La base de la unidad europea es la fe cristiana, afirma el Papa ante 70.000 personas en Viena
Ante unas 70.000 personas, reunidas en la plaza de los Héroes, dentro del complejo arquitectónico del palacio imperial de Viena, el papa Juan Pablo II dijo ayer que el fundamento de la unidad europea es la fe cristiana, y habló de una Europa "más allá de las fronteras naturales, nacionales y arbitrarias", del Atlántico a los Urales y del mar del Norte al Mediterráneo. La capital austriaca recibió con sobriedad al Papa, sin histerias ni aspavientos, en un clima cordial, pero lejos del entusiasmo desbordante que caracterizó el viaje a Polonia.
Un individuo arrojó un vaso contra la comitiva papal en Viena y estuvo a punto de ser linchado por otros espectadores que presenciaban el paso del Papa. El incidente se produjo en una calle de las afueras de Viena, en el trayecto que siguió la comitiva del Papa para dirigirse a la plaza de los Héroes.En el marco imponente de la plaza de los Héroes se celebró la primera reunión masiva de esta visita de cuatro días a Austria. El Papa habló sobre un cono levantado en la plaza, que encajaba arquitectónicamente con las estatuas y las fachadas, sin la cursilería o el gigantismo que enmarcó las intervenciones del Pontífice en otros lugares en la vigilia europea.
El Papa habló de "la cruz, donde está toda la esperanza", y pronunció un discurso con tonos paneuropeístas, con una concepción de Europa que abarca el Este y el Oeste. Juan Pablo II mencionó los "trazos oscuros y horribles" de la historia europea, que son incompatibles con el espíritu de la humanidad y el mensaje de Jesucristo.
No faltó la referencia a la liberación de Austria del asedio del turco, del que se cumplen ahora 300 años. El Papa destacó el papel libertador del rey polaco Jan Sobieski y "la ejemplar cooperación para resistir el ataque".
El Papa quiso evitar interpretaciones torcidas a su referencia histórica a la defensa de Viena. Dijo que la situación de entonces no se puede trasladar al momento actual, y mencionó las "crueldades que claman al cielo, cometidas no sólo por el Ejército otomano, sino también por el Ejército del emperador y sus aliados". Una parte importante de su discurso lo ocupó la referencia a Austria como puente entre Oriente y Occidente.
El cardenal primado austriaco, Franz Koenig, habló en su introducción de "nuestro pequeño país, en la línea divisoria de dos mundos, donde la corriente del Danubio relaciona el Oeste con el Este".
Al referirse a la Austria de hoy, el Papa dijo que está "libre de la dominación extranjera y la violencia de la guerra, libre de una amenaza inmediata del exterior", lo que "desgraciadamente" no ocurre en toda Europa.
"El lenguaje de las armas no es el lenguaje de Jesucristo", dijo el papa Juan Pablo II, que añadió que "la lucha armada es, a lo sumo, un mal inevitable, del que incluso los cristianos no se pueden desprender en casos de implicaciones trágicas, pero también en estos casos obliga el mandamiento de la compasión y el amor a los enemigos".
El tono del discurso no contenía un mensaje de confrontación con los regímenes del socialismo real, pero no faltaron referencias marcadas a "las fronteras arbitrarias" de Europa y a una Austria libre de la "amenaza exterior".
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