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Los Gobiernos de Centroamérica deben ratificar ahora los acuerdos de Panamá

Los cinco cancilleres centroamericanos se pusieron de acuerdo por primera vez sobre un catálogo de medidas concretas para buscar una distensión regional que conduzca a la paz. A juicio del anfitrión, el panameño Oyden Ortega, éste es el principal logro de la octava ronda de conversaciones del grupo de Contadora, que finalizó hacia la una de la madrugada de ayer. Faltan todavía pasos decisivos: que los respectivos Gobiernos asuman este documento que sus ministros de Exteriores no se sintieron facultados para firmar.Aunque no se ha dado a conocer el texto en su relación final, se sabe que como base de trabajo fue utilizado el proyecto del grupo de Contadora, cuyos aspectos fundamentales publicó ayer este periódico. El canciller guatemalteco, Fernando Andrade, declaró que se habían introducido "profundas modificaciones" y su colega de Honduras, Edgardo Paz, añadió que había terminado por imponerse el criterio del bloque centroamericano que se enfrenta a Nicaragua.

JESÚS CEBERIO, Panamá,

ENVIADO ESPECIAL

No parece, sin embargo, que los cambios alteren la sustancia del documento, según pudo deducirse de las breves declaraciones ofrecidas por Ortega al término de la reunión. Éste enumeró alguno de los compromisos adquiridos: desarme progresivo, eliminación de bases militares extranjeras, reducción de asesores y apertura de procesos electorales que garanticen el pluralismo como medio para alcanzar la paz interna.

Dos semanas claves

Según el calendario acordado, los Gobiernos dispondrán de dos semanas para estudiar el documento y proponer posibles correcciones. Al término de ese período se reunirá la comisión técnica, constituida por su subsecretario, para redactar los tratados que exija el documento.

No hay fecha aún para la próxima reunión de cancilleres. Es muy probable que en las próximas semanas tengan que desarrollarse múltiples negociaciones subterráneas para sacar adelante este proyecto de intenciones, que tiene a su favor el hecho de que nadie quiera aparecer como culpable del fracaso de Contadora. Los cuatro promotores de este grupo se han erigido, por otra parte, como árbitros en el seguimiento de los acuerdos.

Hay demasiadas cosas en el texto elaborado por los cancilleres que parecen de difícil, si no imposible, ejecución. Si los propósitos del documento se llegaran a aplicar íntegramente, sería posible que Edén Pastora convocara un mitin en Managua, que la izquierda salvadoreña ganara las primeras elecciones limpias de su país o que los terratenientes guatemaltecos aceptaran repartir sus propiedades entre las mayorías indigentes. Todo ello forma parte hoy del mundo de las utopías.

Existe el temor de que el listón se haya puesto tan alto que nadie pueda superarlo. Los miembros del grupo de Contadora no esperan, sin embargo, que de un golpe puedan obtenerse todos los resultados, pero están convencidos de que el documento aprobado ayer puede poner en marcha un proceso de moderación en todos los ámbitos.

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