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La industria del País Vasco después de las inundaciones

Optimizar las ayudas, primer objetivo para la industria vasca

El paro podría alcanzar al 30% de la población activa de Vizcaya en los próximos meses por la riada

No toda la industria de Vizcaya ha sido afectada por igual. Las instalaciones situadas en la cuenca alta del río Nervión y en las márgenes del Cadagua resultaron, con diferencia, las más afectadas. Junto a ellas, las plantas conserveras localizadas en Bermeo sufrieron también importantes daños, aunque su cuantía y repercusión directa sobre los niveles de empleo vayan a resultar menos dramáticos. La tradicional industria pesada vasca, localizada entre los municipios de Sestao y Baracaldo, en la ría bilbaina, sufrieron desperfectos de menor consideración. Un gigante del tamaño de Babckok Wilcox presentaba un saldo de pérdidas estimado en poco más de una docena de millones de pesetas.Frente a esto, en las zonas, más afectadas, como Basauri y Llodio como cabeceras urbanas, el tratamiento en estudio para las empresas anegadas varía sensiblemente de la condición de las mismas. Así, podría hablarse de que los criterios que pueden terminar imponiéndose parten de establecer tres grandes grupos de industrias, de diferentes características, que serán a su vez objeto de tratamientos distintos, y cuya proyección futura variará en consecuencia. No puede hablarse de soluciones de conjuntos para grupos de actividad similares, ni tan siquiera de tratamientos homogéneos a las instalaciones localizadas en parcelas colindantes. Su situación anterior a la riada y sus posibilidades en los próximos años determinarán los distintos tratamientos.

CARLOS HUMANES, Bilbao

TRIVES, Madrid

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Empresas afectadas

El primero de los grupos en que cabe desglosar a las empresas afectadas, que en buena lógica debe ser objeto de atención prioritaria, lo integran las sociedades industriales situadas en sectores de futuro, básicos, o que cuentan en la rama de actividad donde se desenvuelven con una gran implantación industrial y tecnológica, por lo que resulta recomendable su continuidad. El segundo paquete en este orden de preferencias lo constituirían los sectores en reconversión. Por último aparecen las ramas de actividad industrial o empresas que tienen su continuidad comprometida, en muchos casos por las difíciles situaciones que ya atravesaban antes de la crecida de los ríos.

Voluntad de continuar

En el primer apartado habría que establecer a su vez una división entre aquellas industrias que manifiestan una decidida voluntad de continuar con su actividad y que además cuentan con capacidad para hacerlo en buena parte por sus propios medios, y las empresas que se verían necesitadas, por sus condicionantes particulares, de un apoyo especial, que unas veces habría de materializarse en estímulos de confianza, y otras, en la dotación de fondos extraordinarios.

Según diversas fuentes empresariales y financieras consultadas por este diario, dentro del primer punto podrían verse incluidas sociedades tales como Indumetal y Vidrieras de Llodio. Esta sociedad, la segunda en el ámbito nacional en la fabricación de vidrio, declaró unas pérdidas del orden de los 1.500 millones de pesetas, cuya partida más importante la constituía, al parecer, la inutilización de uno de sus hornos de vidrio plano, de reciente instalación y que había representado una inversión de 800 millones de pesetas, aproximadamente.

Más nutrida aparece la representación del segundo subgrupo, donde, según los mismos medios, podrían incluirse empresas tales como Santa Ana de Bolueta, Guinea Hermanos, Talleres San Miguel, Ercosa, Forjas de Asúa, Laurak o Magefesa. Esta sociedad, instalada en lo que en su día fue considerada una de las principales zonas de expansión industrial de Bilbao, el valle del Txori-Herri, en una primera estimación de daños alcanzó la cifra de 1.500 millones de pesetas.

Sectores en reconversión

El segundo grupo de empresas, las incluidas en los sectores en reconversión, parecen tener también en gran parte garantizada su continuidad. La existencia de planes de inversión previstos con anterioridad, en base a su necesidad estratégica para el tejido industrial del país, determinan sus soluciones de futuro. En unos casos, los daños causados por las aguas van a representar retrasos importantes en los plazos de actualización de las estructuras de estas empresas que estaban previstos; en otros pueden, incluso, llegar a suponer la eliminación directa de algunas instalaciones anegadas que por su obsolescencia estaban condenadas a desaparecer en un plazo más o menos largo de tiempo. En cualquier caso, también aquí cabe establecer diferencia entre los sectores y empresas cuyos planes de reconversión ya estaban en marcha y los que aún se encontraban en período de estudio.

En el primer caso estaría incluido Altos Hornos de Vizcaya, cuya instalación de bandas ha sido una de las más afectadas por la riada. Sus daños iniciales eran estimados en torno a los 5.000 millones de pesetas. También se integrarían en este grupo las empresas comprendidas en Ibercobre, Pradera y Earle, así como Aceros de Llodio, cuya estimación de pérdidas asciende a 1.115 millones de pesetas, y Echevarría, ambas comprendidas en el Plan de Aceriales.

Esta última compañía ha sido otra de las que han sufrido en mayor medida las consecuencias del amasijo de cieno, árboles, piedras y los más variopintos despojos que las aguas arrastraban. Las pérdidas adelantadas por sus responsables ascendían a 3.751 millones de pesetas, cantidad a la que habría que incrementar otros 1.000 millones más derivados de la paralización de su actividad.

Se da la circunstancia de que Echevarría, uno de los grandes del sector de aceros especiales, estaba consiguiendo remontar con rapidez la crítica situación que le llevó a su ingreso en Aceriales. En el primer semestre de este año, y en relación al mismo período de 1982, su facturación se había, incrementado en un 22%, manteniendo como objetivo de cierre de ejercicio una cifra de ventas próxima a los 20.000 millones de pesetas. Un importante incremento en la actividad exportadora, especialmente la que tenía su destino en países del Comecon, tales como la Unión Soviética y Bulgaria, permitieron un aumento de este capítulo del orden del 60%, siempre, referido a la comparación entre los mismos períodos.

Echevarría, que se encontraba produciendo a un 90% ole su capacidad total desde primeros de año, verá ahora sensiblemente frenada su actividad. Dos meses es el plazo que sus técnicos consideran preciso para su puesta en marcha.

Dentro del segundo apartado, el de las empresas afectadas por las inundaciones con planes de reestructuración en período de elaboración, las fuentes consultadas señalan dos como las más destacadas: Astilleros Españoles y Fabrelec. Astilleros, en espera de la reconversión del sector naval, sufrió especialmente el efecto de las crecidas fluviales en sus instalaciones de Olaveaga, Asúa, donde los daños, en una estimación inicial, ascendían a unos 5.000 millones de pesetas, y quedaba paralizada la actividad por un período de cuatro meses.

Por su parte, Fabrelec observó unas pérdidas materiales del orden de los 1.000 millones de pesetas, que se desglosan en 250 millones en materias primas, 250 millones en productos terminados, 175 como daños a las instalaciones, mientras que los 325 millones de pesetas restantes corresponden a la maquinaria inutilizada.

Esta sociedad, la mayoría de cuyas acciones es ostentada por el Gobierno vasco, se encontraba pendiente de la solución definitiva a aplicar a la línea blanca de electrodomésticos. Hasta el momento no había recibido ninguna ayuda extraordinaria, según ponen de manifiesto sus administradores, y se espera que sea incluida en el área de influencia de Ulgor (Fagor), la empresa líder en la zona norte, dentro de la reestructuración prevista, para que complete la gama de frío. Su producción prevista para 1983 era de 210.000 frigoríficos, lo que representa casi el 18% del mercado nacional; 95.000 lavadoras, que constituyen una cuota de mercado del 18,3%, y 75.000 termos, que vienen a suponer el 28% de los producidos en nuestro país.

Fabrelec, que en los momentos actuales cuenta con un patrimonio neto de unos 2.000 millones de pesetas, tenía unas existencias en almacenes no dañados por las inundaciones que le permitirán cubrir sus necesidades de distribución en los próximos tres o cuatro meses. Sus instalaciones se encontraban cubiertas por una póliza de seguro recientemente actualizada, que le proporcionará recuperar la práctica totalidad de los daños causados por el Nervión. Sus responsables esperan que alcance paulatinamente su ritmo de actividad normal, y prevén la puesta en marcha de la división de lavadoras para la primera semana de octubre, y la de frigoríficos para siete días más tarde.

Sin solución de futuro

El tercer paquete de empresas es el que presenta una determinación más problemática. Más que sectores de actividad concretos, se incluyen en él empresas que por su dimensión, estructura de capital, equipamiento o ámbito de actuación presentan muy pocas condiciones objetivas de proyección futura. "Estas empresas no sólo deberían ocupar un último escalón en el destino de las ayudas extraordinarias, sino que en muchos casos habría que convencer a sus propietarios de la conveniencia de que abandonasen", comentaba un conocido gerente del sector siderúrgico. Parece ser el sentir de los responsables de la instrumental¡zación de las ayudas, e incluso de algunos cualificados dirigentes empresariales vascos.

El principal problema en este sentido resulta de aceptar la discriminación en el tratamiento que reciban estas compañías Con relación al resto de las empresas. Según opiniones bastante exitendidas en círculos industriales vizcamos, la continuidad de este tipo de soc¡edades debería ser referida a su propia capacidad, sin desviar hacia ellas fondos que resulten vítales para la reconstrucción de otras empresas con futuro. Los apoyos, según estas opiniones, deberían limitarse a los derivados de las pólizas de seguro contratadas, que serán satisfechas por el Consorcio de Seguros.

El último grupo entre las empresas afectadas lo constituirían las multinacionales. Este es el caso, por ejemplo, de Firestone, cuyas instalaciones en Basauri quedaron prácticamente cubiertas por las aguas. Los daños, según diversas estimaciones, podrían aproximarse a los 4.000 millones de pesetas. Al parecer, la cobertura de seguros que tenía esta fábrica era bastante buena, lo que contribuirá a atenuar los efectos negativos de la catástrofe sobre la cuenta de resultados de la compañía.

El problema en este caso se deriva directamente de la confianza que mantengan los invensores extranjeros. En medios sindicales vascos se ha venido observando con aprensión la creciente importancia de la factoría de Firestone en Burgos, y la instalación de una nueva planta en Torrelavega.

La posibilidad de que los daños causados por los recientes; desbordamientos sean utilizados para proceder al cierre parcial de estas instalaciones constituye un elemento de preocupación constante para los hombres del mundo sindical, que además se enfrentan a la secuela de paro que puede determinar la no reapertura de algunas industrias. El porcentaje actual de desempleo en Vizcaya roza el 20% y amenaza con aproximarse al 30%. Sin embargo, las voluntades de los responsables de la canalización de los fondos extraordinarios parecen firmes. No se apoyará a ninguna empresa sin viabilidad futura, aunque ello pueda represeniar en un primer momento un nuevo coste social.

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