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Ingmar Bergman ajusta las cuentas con sus personajes en el filme 'Fanny y Alexandre', presentado en Venecia

La película de Ingmar Bergman Fanny y Alexandre presentada en el festival de Venecia es algo muy parecido a un cuento, y significa un apasionado, bello y poético elogio de la fantasía, de la imaginación y el arte como motor del mundo y de las personas. Bergman lleva a cabo un ajuste de cuentas con algunos de los personajes clásicos de su filmografía, como el del cura angustiado por la noción de pecado y una concepción puritana y estéril del amor. Aquí queda reducido a la encarnación del mal sobre la tierra, a una especie de nazi ensotanado. Y el protagonista de verdad es un niño, con el que se identifica el cineasta, que vive una experiencia inicial que culmina, después del recorrido de un laberinto, encontrándose con su doble, su otro yo que ya ha aprendido a sacar provecho de tener una imaginación poderosa, de ser un artista y estar en el lado que se conocen los misterios'.De aparente simplicidad, Fanny y Alexandre no es otra cosa que una gran película rodada por un cineasta que ya es un clásico y que siempre afirma que la última es la película con la que se ha despedido del cine. Esperemos que no y, en cualquier caso, celebremos que el momento testamentario de Bergman esté tan repleto de vida, entusiasmo y serenidad.

El velo de Verónica

Jean-Lue Godard se apareció a los fieles. Su conversación con la Prensa ha marcado el techo del festival. Inteligente, en forma, ágil y agudo como nunca, el director habla de todo y bien."Yo descubrí la vida a través de las películas, y por eso llevo un retraso de 30 años. Al principio, mis filmes estaban repletos de personajes idiotas. Ahora, cuando ya he cumplido los 50, he dejado de jugar con colores primarios porque, como cineasta, es como si ya cursara el bachillerato superior". Como quien no dice nada, suelta una definición: "El cine es la reproducción de gestos: en francés la palabra equivale a gestos y gestas, de hombres y mujeres". A continuación se extiende sobre el futuro del cine y la televisión, considerando que en ésta, cada vez más, la letra sustituye a la imagen. "En un supermercado el precio de las zanahorias no va a acompañado de una fotografía, sino de una palabra. Para filmar zanahorias hace falta gente como Rouch, Flaherty o yo. Claro que a mí me gustaría añadirle una imagen de la cajera, y a partir de ahí comienza una historia".

"La pantalla es como el velo de la Verónica: una superficie blanca en la que los rastros de la vida aparecen invertidos". La pantalla del televisor es otra cosa. "En el cine hay amor; en la televisión, poder en estado químicamente puro". No confía en ella profesionalmente: "Dentro de 20 años, en la RAI no tendré derecho ni tan sólo a una plaza de barrendero". El vídeo no sale mejor parado: "La gente consume películas y almacena vídeos, como provisiones que no comerá nunca".

El pesimismo. Alguien plantea hasta qué punto el suyo es un enfoque crepuscular. La famosa muerte del cine. "Puede que sí sea crepuscular, pero todas las historias de amor lo son. Nadie se pasea cogido de la mano de la persona a la que ama a las siete de la mañana. El cine, tal y como fue creado, morirá al mismo tiempo que yo".

El público y el trabajo. "A veces subo a un taxi y el chófer me dice que no le gustó Mi última película. Mi respuesta es que a mí tampoco me gusta su manera de conducir". Cada cual a lo suyo, y él, como director, quiere que los demás sigan sus razonamientos o inspiraciones. "En Prénom Carmen les pedí a los técnicos que fueran a ver unas esculturas de Rodin para entender lo que les quería decir cuando hablaba del filme como de una historia de amor. Me gusta colaborar con gente que lucha para salvarse a sí misma y demostrar, que todo se puede hacer sin dinero, que basta con el deseo".

Le parece todo muy sencillo. "No hay que inventar, basta con saber mirar". Por eso huye de la retórica. "El cine tiene que mostrar las cosas antes de nombrarlas, porque la imagen es anterior a la palabra. La televisión impone un terrorismo de la retórica. Con Prénom Carmen voy contra ese estado de cosas, y mi próxima película será La historia de José y María antes de tener el Niño". Ni Bizet ni Mérimée. "He escogido el océano y no el Mediterráneo, necesitaba Beethoven y no Bizet. Carmen es un mito femenino que sólo existe con y para la música". Godard prefiere no hablar de Breathless, la nueva versión norteamericana de A bout de souffle. "Me gusta criticar sin ver el filme y cuando lo veo, compruebo que tenia razón".

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