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El aborto puede quedar prohibido hoy constitucionalmente en la República de Irlanda

Soledad Gallego-Díaz

Los irlandeses acudirán hoy, miércoles, a las urnas para decidir si el aborto debe quedar prohibido en la Constitución de la República o si es suficiente la ley actual, que lo penaliza, salvo en el caso de que la vida de la madre esté en peligro.

Según todos los sondeos, la enmienda a la Constitución será aprobada cómodamente, pero la mayoría de la población no entiende bien por qué la han convocado a una votación que parece innecesaria y que ha provocado un agrio y violento debate.La idea de introducir en la Constitución una enmienda que prohíba el aborto no ha surgido de la poderosa Iglesia católica irlandesa, aunque después haya intervenido muy activamente en la campaña, sino de un grupo (de médicos y abogados ultraconservadores. Dicho grupo aprovechó la pasada campaña electoral para arrancar a los dos grandes partidos en liza, Fine Gael y Fianna Fail, la promesa de una consulta popular. Los líderes políticos, incómodos ante la posibilidad de que la polémica se desatara en pleno período electoral, se comprometieron a convocar un referéndum que, en principio, no deseaba prácticamente nadie.

La trampa en la que se metieron los políticos ha llevado a una situación muy poco frecuente: el mismo Gobierno que convoca la consulta popular pide a los ciudadanos que voten en contra. El primer ministro, Garret Fitzgerald, del Fine Gael, a la vista de los informes de numerosos abogados y médicos, ha afirmado públicamente que la enmienda a la Constitución es peligrosa e imprecisa. El texto que se somete a votación es el siguiente: "El Estado reconoce el derecho a la vida del no nacido y, con la debida atención a la madre, garantiza en sus leyes el respeto a este derecho y, tan lejos como sea posible con las leyes, a vindicar y defender ese derecho".

Consecuencias inesperadas

Según los que defienden el no, este texto puede tener consecuencias inesperadas no sólo en la defensa de la vida de la madre, protegida actualmente por ley, sino en el mismo campo de la anticoncepción. La ambigüedad es tal, afirman, que en el futuro alguien podrá plantear ante el Tribunal Constitucional que la píldora u otros métodos habituales de anticoncepción son ilegales, puesto que impiden el derecho a la vida del no nacido.Los defensores de la enmienda aseguran que nadie pretende poner en duda el derecho a la vida de la madre y que la modificación de la Constitución sirve para impedir "interpretaciones avanzadas" de una simple ley por parte del Tribunal Supremo, tal y como sucedió en Estados Unidos. Además, la prohibición del aborto en la Constitución garantiza que la Corte Europea de los Derechos Humanos de Estrasburgo, cuyas decisiones son vinculantes, no podrá imponer un día su criterio a Irlanda.

La campaña sobre el referéndum ha demostrado una vez más la enorme influencia de la Iglesia católica en la vida política irlandesa. Desde los púlpitos, sacerdotes y obispos han intervenido en la polémica pidiendo activamente el sí, enfrentándose con el Gobierno deFitzgerald. La suerte del primer ministro no depende del resultado del referéndum, pero el deterioro de sus relaciones con la jerarquía católica puede acarrearle consecuencias desagradables en un futuro próximo.

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