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Enfrentamientos generalizados entre las diversas facciones libanesas tras la retirada parcial del Ejército israelí

El Ejército israelí llevó a cabo ayer una retirada parcial de las montañas libanesas del Chuf y de la periferia sur de Beirut y se replegó detrás del río Awali, dejando frente a frente a dos de los principales protagonistas de la guerra civil libanesa, los milicianos drusos y cristianos, que, con la participación del Ejército sirio, reanudaron inmediatamente las hostilidades con una inusitada violencia.

CORRESPONSAL / AGENCIAS

RIDRUEJO, Pamplona

Paralelamente, al sur de la capital los milicianos drusos del Partido Socialista Progresista (PSP) de Walid Jumblat, recién bajados de la montaña, libraron una dura batalla contra el Ejército regular libanés por el control de la localidad de Jalde, principal localidad costera evacuada por Israel, en cuyo término municipal se encuentra el aeropuerto internacional de Beirut.En la madrugada de ayer, largos convoyes de vehículos militares descendían de las montañas, por estrechas carreteras cortadas al tráfico civil, en dirección al sur o a la costa, donde eran subidos a barcazas que zarparon rumbo a Israel. Quince meses después del inicio de la invasión israelí de Líbano, soldados hebreos manifiestaniente alegres hacían frecuentemente con los dedos la V de la victoria como para despedirse de una población aparentemente indiferente.

Horas antes de que el Gobierno de Tel Aviv diese la orden de retirada, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, había enviado, a través de su emisario, Douglas Fairbanks, un telegrama urgente al primer ministro dimisionario israelí, Menájem Beguin, en el que le pedía que aplazase, una vez más, el repliegue de sus fuerzas del Chuf, informa desde la capital israelí Víctor Cygielman.

Beguin llamó por teléfono a la Casa Blanca para explicar a Reagan su rechazo de la petición norteamericana: "La actual situación es intolerable. Mi pueblo no quiere ni puede soportar un nuevo aplazamiento. Si el Ejército libanés no está ahora en condiciones de cumplir su misión tampoco lo estará dentro de tres días o de tres semanas. Hay límites hasta donde Israel no puede llegar".

Reagan justifica a Israel

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Reagan sostuvo, sin embargo, que el retroceso israelí no entorpecía los esfuerzos de la diplomacia norteamericana en Oriente Próximo, y subrayó que Jerusalén había retrasado ya esta medida en dos ocasiones anteriores. Las fuerzas armadas de Israel (Tsahal) no concedieron ninguna asistencia técnica al Ejército libanés para que pudiese sustituirlas en la zona evacuada. En un comunicado oficial, este último, que ha renunciado, por ahora, a desplegarse en el Chuf, acusó a Tel Aviv de "haber replegado sus tropas antes de lo previsto, lo que impide cubrir de momento el vacío de poder".

Cerca de 10.000 soldados del Tsahal, equipados con más de 350 carros de combate y vehículos blindados, abandonaron en tan sólo siete horas un territorio montañoso de 600 kilómetros cuadrados, situado al este de Beirut, para afianzar así su ocupación de los 2.800 kilómetros cuadrados del Líbano meridional, más de la cuarta parte de la superficie total del país, dónde residen 520.000 personas, en su mayoría musulmanes chiitas libaneses y palestinos.

Unos 30.000 hombres del Tsahal permanecen aún en el sur del territorio libanés, principalmente atrincherados en las fortificaciones construidas estos últimos meses a lo largo de los 113 kilómetros de curso del río Awali, que desemboca en el mar Mediterráneo, justo al norte de Sidón, la mayor ciudad meridional de Líbano, que permanece bajo control israelí.

Cuando aún se oía en la montaña el chirriar de las cadenas de los carros de combate israelíes que se alejaban, empezaban ya en el Chuf los choques con armas ligeras entre milicianos cristianos y drusos que durante la noche habían repartido armas a la población civil en pie de guerra. Los combates se intensificaron por la mañana, con la entrada en acción de la artillería del Ejército de Damasco contra las posiciones de las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas) e incluso con la intervención, a favor de los drusos del PSP, de una columna de 17 carros de combate T-55 sirios, que fueron detenidos en su avance por dos aviones cazabombarderos israelíes. Poco después, el ministro israelí de Defensa, Moisés Arens, dejó claro que su Gobierno "tomará todas las medidas necesarias" para impedir que Siria y los combatientes palestinos se instalen en las posiciones abandonadas por el Tsahal.

En Jalde, en las afueras al sur de Beirut, el Gobierno libanés intentó demostrar que la retirada israelí de esa zona no generaba una situación caótica, y envió allí a más de 4.000 soldados, que entraron en combate con los militantes progresistas drusos recién llegados de la montaña para ocupar los puestos de control evacuados por el Tsahal y, más concretamente, de Radio Orient, estación de transmisiones a través de la que se realizan las comunicaciones internacionales de Líbano. Al cierre de esta edición, la milicia drusa, a la que ayudaban militantes comunistas y musulmanes chiitas de la organización Amal (Esperanza), y el Ejército libanés emitían comunicados contradictorios sobre el resultado de la batalla de Jalde, mientras se libraban intensos duelos de artillería que abarcaban incluso a las posiciones de los marines norteamericanos de la Fuerza Multinacional. En esa misma zona, concretamente en Haret Hreik, un coche cargado con 100 kilos de explosivos estalló también ayer y causó la muerte de 13 personas e hirió a otras 11.

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