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Recta final de la Conferencia de Madrid

La obstinación de Malta impide el consenso final

La negativa del Gobierno de Malta a firmar el documento final de la reunión de Madrid de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE)-habida cuenta de que el resto de los 34 miembros no desean hablar del tema de la seguridad en el Mediterráneo- mantiene este fin de semana la incógnita sobre la ceremonia de clausura de la misma tres años después de su comienzo. La decisión española de convocar para los días 7, 8 y 9 en Madrid a todos los ministros de Asuntos Exteriores y la aceptación de éstos tendrá, no obstante, el efecto de una refrendación para el texto final que fue aprobado el 15 de julio, independientemente de que el cierre formal quede para más tarde.

En medios diplomáticos de la CSCE, se confía todavía en que mañana, cuando los representantes de los 35 países se reúnan en la última sesión plenaria antes de la llegada de los ministros, la presión final que se ejerza sobre Malta acabe con la oposición, presión que puede venir de la mano de una fórmula de compromiso que le presenten sus compañeros de grupo, los neutrales, y que de alguna forma sirva para salvar la cara a la obstinada postura del primer ministro maltés Dom Mintoff.

J

R., Madrid

La negativa de occidentales, orientales o soviéticos, neutrales y no alineados de la CSCE a aceptar la exigencia maltesa tiene una justificación simple: esta conferencia nació en 1972 con el único objetivo de alejar de Europa central la larga etapa de la guerra fría que siguió a la segunda guerra mundial y para confirmar, como hizo el Acta Final de Helsinki en 1975, la división de Europa en dos bloques ideológicos y el trazado de fronteras que separó a Alemania. En el fondo es una conferencia sobre temas Este-Oeste.

La delegación maltesa, encabezada por el embajador Evarist Saliba, uno de los pocos miembros del cuerpo diplomático maltés, ha peleado a lo largo de estos tres años por y ha hecho lo imposible para que se convoque además una conferencia sobre seguridad y reducción de fuerzas en el Mediterráneo. El capítulo sobre el Mediterráneo del documento de Madrid insiste en que la seguridad del citado mar se contempla en el contexto de las medidas de confianza militares y seguridad y que a partir de ahora se desarrollarán en una conferencia propia, aunque dentro de la CSCE, que se iniciará en enero de 1984 en Estocolmo, conocida vulgarmente como conferencia de desarme en Europa. El resto del capítulo incluye el seguimiento de temas económicos, científicos y culturales del área, más una propuesta española para que se trate el tema del transporte. Sin embargo, en esta ocasión, el grupo de expertos se reunirá en Venecia (Italia), en octubre de 1984, y no en La Valetta.

Numerosas delegaciones europeas han ofrecido a Malta la salida de que convoque por su cuenta y riesgo y fuera de la CSCE una conferencia como la que desea y a la que voluntariamente se apunten aquellos Estados que quieran, pero las autoridades maltesas son conscientes del poco éxito que tendría dicha convocatoria. De ahí su insistencia de que sea dentro del marco de la CSCE y con la asistencia garantizada de los 35 países a una reunión que lógicamente derivaría en un enfrentamiento entre las superpotencias por su presencia naval en el Mediterráneo y en una discusión árabe-israelí sobre Oriente Próximo.

La motivación de Dom Mintoff

La pregunta que se hacen los diplomáticos de la CSCE en Europa, casi sin excepción, es la de quién está detrás de Malta en este boicoteo, o cuáles son las razones reales, en caso de que sea efectivamente un asunto unilateral, que tiene el primer ministro, Dom Mintoff para no ceder. Las conjeturas son de todo tipo. Hay quien apunta simplemente a la megalomanía del líder socialista maltés, que desea mantener a su país en la primera página de los periódicos y ejercer un grado de influencia desporporcionado a la realidad geográfica y económica de su pequeña nación.

El archipiélago de cinco islas (Malta, Gozo y Conmino, habitadas; Comminotto y Filfla, despobladas), con 316 kilómetros cuadrados de superficie y una población que no llega a los 400.000 habitantes, está situado a 53 millas al sur de Sicilia y a 220 millas al norte de Libia. Su valor como emplazamiento estratégico antes de la apertura del canal de Suez es ya cosa del pasado.

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