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Moscú admite que hubo fuego de aviso contra el "avión-espia" surcoreano

La agencia oficial soviética Tass afirmó anoche que el Boeing 747 de las líneas aéreas surcoreanas con 269 personas a bordo que, según Washington y Tokio, fue abatido por cazas de la Unión Soviética, efectuaba operaciones de espionaje y que su entrada por dos veces consecutivas en el espacio aéreo de la URSS estuvo planeada con antelación. La explicación de Moscú no ha satisfecho al Departamento de Estado norteamericano.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas inició anoche una sesión urgente sobre el incidente, mientras que el presidente Ronald Reagan adelantaba su vuelta a Washington desde California para presidir inmediatamente una reunión del Consejo Nacional de Seguridad, el máximo organismo estadounidense en momentos de crisis. El Pentágono había enviado horas antes un avión de vigilancia AWACS al norte de Japón con una escolta de cinco cazabombarderos F-15.Antes de tomar el avión que le iba a conducir a Washington desde la base aeronaval californiana de Mugu, Reagan calificó de "acto de terrorismo" la destrucción por la URSS del jumbo surcoreano. En unas declaraciones que alcanzan cotas de dureza inusitadas, el jefe del Ejecutivo cuestionó el valor del diálogo con el Kremlin después de este "acto odioso". Reagan añadió que el hecho "no debe ser agravado por el silencio o una cínica distorsión de las pruebas disponibles".

La versión soviética difundida anoche, mucho más larga y detallada que la escueta reacción inicial, admite que sus cazas mantuvieron contacto visual con el Boeing surcoreano y dispararon proyectiles trazadores de advertencia contra el avión comercial. Moscú, sin embargo, afirma que sus radares perdieron el contacto con el jumbo 10 minutos después de que éste abandonara el espacio aéreo soviético, desmintiendo implícitamente que la caída del avión fuera causada por misiles disparados por sus cazas.

La agencia soviética califica el asunto de "provocación norteamericana" y asegura que el avión surcoreano se había desviado 500 kilómetros de la ruta que debía seguir. La zona de Sajalin y la península de Karachatka son consideradas por el Kremlin del máximo interés militar y estratégico y, consiguientemente, territorio prohibido.

Las reacciones internacionales coinciden en reflejar un súbito incremento de la tensión en las relaciones Este-Oeste. En Madrid ayer se detectaba, entre los delegados de los 35 países participantes en la CSCE, el temor a que el espíritu del próximo encuentro de ministros de Exteriores, si no la propia cumbre, pudiera verse afectado por el incidente. No obstante, en medios diplomáticos españoles se confía en que el encuentro pueda celebrarse, toda vez que Shultz y Gromiko mantienen de momento su viaje a la capital de España.

La reacción oficial del Gobierno español ha sido de evidente condena. Una nota del Ministerio de Asuntos Exteriores señala que el hecho es "una grave violación de la ley internacional, un atentado a las relaciones entre los pueblos y una profunda herida a la conciencia moral de la humanidad".

En medios de la OTAN se respiraba una seria inquietud y los Gobiernos de Europa occidental son unánimes en sus condenas del hecho.

Páginas 2 y 3

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