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La coalición gubernamental israelí busca contra reloj un sustituto para el primer ministro, Menájem Beguin

El primer ministro israelí, Menájem Beguin, ratificó ayer su decisión de dimitir, pero prometió a sus ministros retrasar "varios días" el envío de la carta de dimisión al jefe del Estado para darles tiempo a preparar un nuevo Gobierno basado en la misma coalición parlamentaria. Los dirigentes de Likud se reunieron a primeras horas de la tarde para tratar de encontrar un sucesor a Beguin.

Teóricamente son cuatro los ministros candidatos a la sucesión David Levy, viceprimer ministro; Isaac Shamir, ministro Exteriores; Yoram Aridor, ministro de Finanzas, y Ariel Sharon, ministro sin cartera-, pero en realidad todo se juega entre el popular Levy y Shamir, quien parece contar con el apoyo de la vieja guardia del Likud y, según se murmura, del propio Beguin.Falta por saber si Beguin está dispuesto a desempeñar el papel de mediador entre las diferentes facciones. Sus más próximos colaboradores dicen que ha decidido dimitir tan abruptamente para evitar el verse metido en la lucha por el poder de sus presuntos herederos. Sin embargo, parece poco probable que pueda permanecer al margen. La reunión de los dirigentes del Likud continuaba anoche, al cierre de esta edición, sin que se hubieran obtenido resultados, lo que da idea de la dureza de las negociaciones.

El Partido Laborista, por el momento, guarda silencio, y Shimon Peres ha manifestado que no iniciará sus consultas oficiales para la formación de un Gobierno dirigido por los laboritas hasta que no sea oficial la dimisión de Beguin.

No obstante se ha filtrado que ha habido contactos oficiosos con los dos partidos religiosos (Aguda y Partido Nacional Religioso) y con el Tami, partido de los judíos orientales. La posibilidad de que los laboristas lleguen a un acuerdo con esos grupos parecen exiguas, pero no hay que descartarlas totalmente, El rabino Abraham Shapira, por el momento jefe de la coalición parlamentaria, manifiesta que "con la dimisión de Beguin todo está abierto, todo es posible". Shapira no aceptó ayer firmar una declaración común, en presencia del primer ministro, por la que la actual coalición se compromete a permanecer unida bajo un nuevo jefe de Gobierno. Dos dirigentes del Partido Nacional Religioso, Yosef Burg, ministro del Interior, y Zevulun Hammer, ministro de Educación, tampoco hacen ascos, en principio, a una alianza con los laboristas.

A pesar de estos globos-sonda lanzados por miembros del actual Gabinete, son varios los dirigentes laboristas que se muestran remisos a emprender negociaciones para la formación de un Gobierno de coalición. Y ello por dos razones. La primera tiene su fundamento en la catastrófica situación económica y en el laberinto libanés, donde la situación no es menos alarmante a pesar de la inminente retirada parcial. Estas dos circunstancias llevan a algunos laboristas a pensar que lo mejor es dejar que el Likud termine de desacreditarse a la cabeza de un nuevo Gobierno a la espera de recoger los frutos en las próximas elecciones legislativas.

La otra razón es que los laboristas temen que haya que pagar un fuerte precio por la alianza con los religiosos y el Tami: una nueva le gislación teocrática y millones en subsidios a los tres partidos. Un precio que consideran exorbitante.

Mientras tanto Beguin sigue al frente del Gobierno y como primer ministro efectivo recibió al enviado personal del presidente Ronald Reagan a Oriente Próximo, Robert McFarlane. Tras una hora de entrevista y después de haber recibido un mensaje del presidente norteamericano en el que se le pide posponga la retirada en Líbano, Beguin accedió a "un nuevo aplazamiento de 3 o 4 días como máximo" en el repliegue de las fuerzas israelíes en Líbano. El presidente egipcio, Hisni Mubarak, ha manifestado que "no espera cambios significativos en la política israelí" con el cese de Beguin.

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