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El verano convierte a Edimburgo en la capital británica de la cultura

Desde hace 37 años, la capital británica del arte está durante tres semanas de verano "al norte de la frontera" -como a veces se conoce a Escocia-: en el plural e internacional Festival de Edimburgo, una de las manifestaciones artísticas más importantes de Europa. En este ambiente se presenta hoy la compañía de Núria Espert con el montaje de Jorge Lavelli de Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca (véase el suplemento ARTES de EL PAIS del pasado sábado).El buen tiempo y especialmente la reputación adquirida por el festival por la calidad y variedad de sus actos, están consiguiendo este año cifras de asistencia inigualables, a lo que se suma otro detalle importante: el precio de muchas localidades es menor que en anteriores ocasiones, gracias al patrocinio económico de no menos de 22 empresas comerciales.

La música del festival resuena este año en todo el país gracias a lo que la corporación estatal de radiotelevisión, la BBC, llama retransmisión simultánea.

La idea, dice la BBC, es que aquellas personas que no vayan a Edimburgo pongan el televisor, quiten el volumen y sigan la música a través de la emisión estereofónica de Radio 3, con los correspondientes auriculares estéreos.

Entre las novedades de este año pueden destacarse dos: un nuevo programa de charlas y conferencias de autores, en el contexto de la feria del libro, y una revitalización de las exposiciones artísticas como papel primordial del festival, últimamente reservado a la música y al teatro.

En este sentido destaca una gran exposición de pintura, diseños, muebles, trajes y fotografías, todos ellos relacionados con la ciudad de Viena a principios de siglo y el ambiente artístico y cultural que inspiró. Se trata de una exposición titulada genéricamente Vienna 1900, preparada especialmente para esta 37ª edición del Festival de Edimburgo. La muestra también incorpora obras de artistas europeos que tuvieron impacto en Viena.

Edimburgo 83 incluye ópera de Europa y de Estados Unidos, teatro británico y europeo, compañías de danza de Checoslovaquia, Hungría y Japón, jazz, cine y, sobre todo, mucho fringe (teatro marginal o aficionado).

Teatro marginal o aficionado

El fringe siempre merece una mención especial al hablar del Festival de Edimburgo, ya que, como orgullosamente pregonan sus organizadores, "es el mayor y más diverso acontecimiento de su género conocido por la humanidad".Desde 1967 se oye decir que el Festival de Teatro Alternativo es demasiado vasto. Este año también. "Hay que racionalizarlo, hay que controlarlo; ha crecido demasiado rápido", se dice, y algunos temen que absorba la imagen de todo el festival.

Pero si bien es cierto que es una muestra gigantesca de teatro, danza, revista, mimo, conciertos, recitales, exposiciones, espectáculos infantiles y callejeros, todo con cierto desorden, es también cierto que ofrece una inmejorable oportunidad de contacto entre actores y público.

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