'Que nos quiten lo bailao', de Carles Mira, propone un cine mediterráneo en clave sensual y festiva
Hoy se estrena en Madrid Que nos quiten lo bailao, cuarto largometraje de Carles Mira, que eligió la población valenciana de Llutxent para su estreno mundial, la semana pasada. Mira postula por un cine mediterráneo en clave sensual y festiva, en contraposición al cartesianismo y sentimiento trágico de la vida castellanos. Para el estreno comercial, la semana pasada, el director eligió la ciudad de Valencia. Su proyección en Barcelona está prevista para la próxima semana.
Que nos quiten lo bailao es el cuarto largometraje de Mira, que postula la realización de un cine mediterráneo expresado en clave sensual y festiva que quiere contraponerse al cartesianismo y sentimiento trágico de la vida castellanos.Esta comedia mediterránea, con buena dosis de musical, acreditada por la presencia de Joan Monleón y otros actores del music-hall valenciano, reconstruye una época indeterminada, entre los siglos XV y XVI, cuando moros y cristianos convivieron en las comarcas valencianas en un clima de tolerancia y comprensión.
La película da protagonismo a la confluencia de ambas culturas en la vida cotidiana de un pequeño pueblo del antiguo reino de Valencia.
Los vecinos de la localidad valenciana de Llutxent fueron elegidos por Carles Mira, como público privilegiado por su participación directa tanto en el ámbito técnico como integrantes del elenco artístico, en el rodaje. Infinidad de vecinos colaboraron en la restauración de un antiguo convento para transformarlo en alcazaba mora y en austero castillo cristiano.
Baños de leche
Los elementos de ambientación más destacados aportados por esta colaboración popular fueron la construcción de una enorme ruleta hecha de madera y la de bañeras de mimbre con capacidad para 1.000 litros de leche de burra, elementos fundamentales de la película.La interpretación parte del peculiar punto de vista de Mira, que junto a actores profesionales como Joan Monleón, Guillermo Montesinos y Empar Ferrer, recoge los rostros populares de la zona, después de haber hecho una minuciosa selección. El reparto de personas que por primera vez se sitúan ante la cámara de rodaje da un aire de espontaneidad e improvisación intencionados para desmitificar la prepotencia técnica del medio cinematográfico de hoy.
Que nos quiten lo bailao cuenta, además, con un disco de larga duración que recoge su banda musical. La música de Enric Murillo, con voces del grupo Carraixet, Mamen García, Joan Monleón y coros, cumple la doble función de adoptar un protagonismo total en aquellas secuencias marcadas por Carles Mira y de conectar en otras con el mundo de la revista popular a través del ritmo y las letras coloristas.
La filmación de la película duró seis semanas, agotadas en el convento de Llutxent y en la sierra Aitana, representativa de la orografía mediterránea. Se trata de una coproducción, con un presupuesto de 29 millones de pesetas. La Diputación de Valencia aportó una subvención de un millón y medio de pesetas para su doblaje al valenciano, cuyo asesoramiento literario ha correspondido al escritor Josep Lozano, premio Ciudad de Valencia con su novela Crim de germanias.
Para Carles Mira, este largometraje pretende hacer un cine que "no quiere chulear al espectador ni redimirlo, tan sólo seducirlo". Que quiere "retornar al barracón de feria y devolverle su magia". Propone asimismo un cine que "no haya que ver de rodillas, un cine bailable, sabroso, que se deje meter mano, un cine que huela a tomillo y a cebolla, que esté cosido a mano y que se pueda quemar alegremente al inicio de cada primavera".
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