Un concierto pasado por agua
Con dos interrupciones provocadas por la lluvia y frecuente acompañamiento borrascoso, se celebró en la Porticada el concierto operístico con el que el Festival Internacional se suma a las conmemoracíones wagneriarías. En programa, la obertura, preludio del acto tercero, coro y marcha de Tannhausser; obertura, preludio del tercer acto, coros y monólogos de los actos segundo y tercero, marca de las corporaciones y vals de los aprendíces de Los Maestros Cantores.Una audiencia de más de 3.000 personas deseosa de escuchar al magníficq y aquí tan querido Orfeón Donostiarra, al bajo Peter Meyem y a una orquesta, de tan brillante historia y realidad como la de la Radio Hamburgo, derrochó paciencia.y buen espíritu ante los fuertes chaparrones con que la naturaleza parecía querer sancionar a Wagner.
Debía haber dirigido estos conciertos el maestro burgalés Rafael Frühbeck, tan ligado a Santander como afanoso entusiasta de la herencia wagneriana. Razones de salud obligaron a las sustitución del español que ha corrido a cargo del húngaro Miklos Erdelyi, nacido en Budapest hace 56 años y nombre habitual en los carteles operísticos de Europa y América.
Su Wagner fue serio, con consistente endidad dramática, y al mismo tiempo sin caer en el menor exceso, sea dinámico, sea expresivo. Podría decirse que escuchamos versiones profesorales y preferentemente constructivas si. Erdelyi no dejara asomar, aquí y allá su instintiva propensión a vitalizar el color orquestal: hace teatro no sólo a través de la continuidad narrativa, sino también gracias a la confección plástica de una música imaginada por Wagner tanto para los oídos, cuanto para los ojos.
El excelente bajo alemán Peter Mevem fue un Hans Sachs perfectamente adecuado por voz, carácter y estilo; el Orfeón Donostiarra que dirige Antonio Ayestaran cantó prodigiosamente de modo particular las voces femeninas, empastadas y flexibles hasta la minucia del detalle; todo el gran coro vasco acusa un trabajó de impostación colectiva muy difícil de lograr, pero que Ayestaran puede lucir con verdadero orgullo.
De la Sinfónica de Radio Hamburgo (creada en 1945) será útil recordar que sobre sus cualidades generales -sonido, disciplina, dicción, cohección, afinación- posee, una flexibilidad fuera de serie, gracias a la cual, en un plazo de horas, puede pasar de Mozart al reportorio de vanguarolia para defenderlo con igual entusiasmo y calidad profesional. Agilidad y prontitud de respuesta que hacen de sus versiones -cualquiera que sea el autor y la estética- algo sugestivamente vital. En este: sentido el Wagner de los gustos hamburgueses es, por lo menos, distinto pues diversa es, para empezar, la calidad de lamateria sonora: vibratil, azogada y soberbiamente atractiva.
Noches como ésta de tan multitudinario triunfo para el festival renovado por su director José Luis Ocejo, confirman la necesidad de llevar a buen término el proyectado auditorio. No sólo el festival sino Santander lo precisa como centro permanente de difusión cultural.
Babelia
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