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Adolfo Marsillach será el director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Adolfo Marsillach, actor, director de teatro, autor dramático, de 55 años, será a partir de septiembre el director de la compañía nacional de teatro clásico, cuya creación está pendiente sólo de la confirmación oficial de la Dirección General de Música y Teatro. Los objetivos de esta compañía serían los de retomar una tradición de montaje del teatro clásico que se ha interrumpido en España y que existe en otros países.

Aunque el nombramiento aún no es oficial, este periódico ha podido saber que su confirmación se hará en septiembre. Ayer no fue posible localizar al director general de Teatro, José Manuel Garrido, que se halla de vacaciones, para ampliar detalles sobre la creación de esta compañía.El reto con el que se enfrenta Marsillach ante la creación de la compañía nacional de teatro clásico es, según él mismo dijo ayer, el de inventar de la nada una agrupación teatral cuya inexistencia ha tenido graves consecuencias para la vida teatral española. Cree Marsillach que la pérdida de la tradición del montaje del teatro clásico, que se acentuó después de la guerra civil, ha podido provocar una cierta falta de profesionalidad que se hubiera enriquecido de existir un repertorio y unos modos de montar el teatro de los clásicos españoles.

En ámbitos del entorno en el que se desarrolla la cultura española la existencia de teatros clásicos nacionales es moneda corriente. Los franceses tienen un modo de montar a Molière y los ingleses tienen un método para enfrentarse a los textos de William Shakespeare. Adolfo Marsillach se lamentaba ayer de que este país no se hubiera planteado nunca una estética propia para presentar el teatro de Calderón, por ejemplo.

Después de la guerra civil, precisa Marsillach, hubo grandes intentos aislados de construir una manera de hacer el teatro clásico. Lo que se pretendería ahora es conseguir que ese aislamiento se reagrupe para fabricar un repertorio que permita hablar algún día de una estética española dedicada al teatro clásico.

La ausencia de una compañía nacional de teatro clásico ha traído consigo la falta de un repertorio y una sensación de provisionalidad en la política que se ha seguido para dedicar atención a los clásicos. La compañía cuya dirección se ha ofrecido a Adolfo Marsillach pretendería corregir tal deficiencia.

Aunque Adolfo Marsillach es un hombre versátil y de naturaleza entusiasta, se enfrenta al reto que le supone la dirección de una compañía tan especializada con los recelos que son comunes entre los artistas a los que convoca la Administración. Dice el director de la famosa versión del Tartufo de Molière que una experiencia previa suya con la Administración -fue director del Centro Dramático Nacional durante algo más de un año desde 1979- le dejó bastante receloso, pero que ahora acepta la propuesta como quien cumple "con un deber cívico". Marsillach recuerda que aquel era otro momento político y no descarta que ahora el entendimiento entre el creador y la Administración sea menos dificultoso. En cualquier caso, los recelos los mantiene como una manera de prolongar su vieja actitud de hombre que duda metódicamente de todo.

Adolfo Marsillach no tiene todavía en la mente el repertorio al que debe dar cabida en la futura compañía nacional de teatro clásico. En realidad, estaba sorprendido de que a la Prensa hubiera llegado esta noticia cuya difusión iba a producirse al menos dentro de un mes. En cualquier caso, comentó Marsillach que, en el puesto de director de la compañía estaría el tiempo necesario para poner en marcha el proyecto. Una de las cosas que tiene claras con respecto a la compañía es que ésta desarrollará su trabajo en dos sedes, aún por determinar. En una habría una especie de laboratorio y en la otra se programará todo aquello que haya sido preparado en tal laboratorio. Marsillach tiene ya en la mente un organigrama básico para poner en marcha la compañía; lo que aún no ha hecho es colocar nombres en las fichas de ese organigrama.

En este momento, Marsillach divide sus preocupaciones en tomo a varios objetivos. Por un lado piensa en la mencionada compañía de teatro clásico; por otra parte ensaya su comedia musical Mata-Hari, que estrenará a mediados de septiembre en Madrid, y, finalmente, en noviembre se pondrán en escena sus montajes de las zarzuelas La tempranica y La Gran Vía en el teatro de La Zarzuela, que dirige José Luis Alonso.

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