El bostezo de una tarde de verano
Plaza de toros de Huesca. 11 de agosto. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada.Cinco toros de Manolo Gonález y uno de Socorro Sánchez, lidiado en sexto lugar. Terciados, pobres de cabeza y flojos.
Paquirri, dos pinchazos y estocada (saludos). Media contraria, descabello (saludos). Niño de la Capea, tres pinchazos, dos descabellos (saludos). Dos pinchazos, dos descabellos (saludos). Espartaco, pinchazo, estocada desprendida (oreja). Estocada cotraria (dos orejas).
Todo lo que ayer pudieron transmitir los toros de Manolo González y el de Socorro Sánchez lidiado en sexto lugar, fue un soporífero, largo e inacabado bostezo, roto en los finales de la corrida por la salsa que quiso poner en la aburrida tarde Espartaco.
Flojos y aplomadísimos llegaban al tercio de muleta los toros de ayer y en donde los diestros, también contagiados por los astados, no mostraban ninguna pizca de imaginación con tal de salvar el festejo. Tan solo el de Espartinas, que había cortado una regalada oreja a su primero, vió como en el que cerraba plaza las animadas peñas le jaleaban por haber sido el único que los había despertado. Hasta este toro el bullanguero personal, buscaba la diversión que no encontraba en el ruedo por cualquier lugar del tendido y así no era extraño verles desde cantar y bailar hasta empanar a algún que otro picador y los más nerviosillos entraban en un intercambio de sopapos rodando tendido abajo; cualquier cosa valía con tal de distraerse; pues el ruedo no transmitía nada.
Paquirri, con sus gesticulaciones -que parece que le hacen los trajes pequeños- anduvo vulgar con el capote en su primero y sin embargo bien con la muleta en tina tanda de naturales. Una vez más en banderillas pasó. En su segundo -que era un colorado florido remiso a entrar al capote y que estuvo de plantón, en el platillo, un buen rato de salida-, le hizo faena a base de poner insistentemente la muleta en la cara. Aún así el toro entraba al principio rebrincado. Al final con saludos desde el tercio firmó su discreta actuación.
Por partida doble se llevó Capea los saluditos desde el tercio. Espatarrado y brazo en molinillo daba derechazos y vulgares naturales a su primero. No despertaría interés tampoco su faena al quinto, que llegando muy aplomado al tercio final desluciría la intención del diestro de torear al natural de frente, pies juntos. Ni sonando el Gato Montés llegó a caldear ayer nada El Capea.
Toros tal vez buenos para el carnicero, pero soporíferos y de flojedad reiterada fueron los que vimos en esta segunda corrida de feria en donde el público tuvo que hacer verdaderos sacrificios para no aburrirse.
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