Servicios públicos

El verano nos recuerda, entre otras cosas agradables, algunas lacras multiseculares de la piel de toro. Por ejemplo, los retretes públicos. Alguien dijo que son el termómetro cultural de un país.Yo sugiero al Ministerio de Cultura que le eche una mano al de Sanidad y proponga una ley orgánica de servicios públicos: que pueda uno darse la vuelta, que no dé con la cabeza en el lavabo, o sea, unos mínimos. Incluiría una revisión periódica por parte del establecimiento a horas determinadas, cuya mano de obra adicional podría cobrarse directa o indirectamente, según los casos.

Añadiría el uso obligatorio -bien visible- de placas educativas junto al extracto de la ley. Delimitaría modalidades de inspección y sanción, tanto para el establecimiento como para los clientes. Con la consiguiente campaña publicitaria, millares de servicios públicos deberían duplicar o triplicar los metros cúbicos y condiciones, o sea, deberían llamar a los albahíles y/o fontaneros. Quae cum ita sint -que diría Cicerón-, se debería dar, al menos, un año de tiempo. Pero una vez la ley en vigor, deberíamos hacer un esfuerzo todos para cumplirla. El termórnetro de la cultura habría dado un salto cualitativo en este país. El Gobierno que lo consiga, buen gobernador será. /