Bandas coactivas
Un piquete coactivo nos insultó y pintó las tiendas de la parte vieja de San Sebastián a los pocos que nos habíamos atrevido a no seguir la huelga convocada por la muerte del chico a quien le estalló una bomba entre las manos. Entre ellas, la librería Lagun.En la época de Franco he sido tres veces detenida -una por actividad política; otra, tras el funeral por una muerte causada por miembros de la Guardia Civil; la tercera, por intentar convencer, y no coaccionar, a que se siguiera una consigna de cierre de comercios, que sólo la librería Lagun y alguna tienda o bar siguieron, para protestar por las muertes de Txiqui y Otaegui-. También me han pegado, la tienda ha sufrido dos atentados de bombas fascistas, me han multado varias veces por vender libros políticos prohibidos y han pintado el escaparate llamándonos rojos a los que allí trabajamos.
Si antes se podían contar con los dedos de una mano las tiendas que cerraban y ahora las que siguen abiertas, y si precisamente entre los señalados con esos dedos estamos en buena parte los mismos, algo significan estas coincidencias. Que luchar en favor de la vida y la libertad exige vencer el miedo. Que el mismo tipo humano que antes coaccionaba, coacciona ahora, siguiendo la tradición nazi fascista, mediante la amenaza de bomba y las pintadas.
Nadie puede ser tan ingenuo como para creer que los que hoy cierran -como los que cerraron con ocasión del juicio de Apala- lo hacen mayoritariamente porque están de acuerdo con ETA. Sucede simplemente que hoy la gente tiene más miedo a las bandas coactivas, que actúan como piquetes, que el que tenía a Franco y a
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su policía. Pero estas bandas, ¿qué quieren demostrar con su coacción? ¿Que el pueblo está con ellos o que son capaces de imponer su fuerza al pueblo?
Mantener la coherencia con las propias ideas exige valor. Así como afirmar con hechos que uno está en contra de todas las bombas: las que consiguen el objetivo programado, las que destrozan a un niño, por accidente, y también, naturalmente, las que explotan en la mano del que las llevaba./ .
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