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El turco Alí Agca se niega a ser canjeado por la joven vaticana Emanuela Orlandi

Juan Arias

Los secuestradores de Emanuela Orlandi, la joven de 15 años, ciudadana vaticana, hija de un empleado de los apartamentos del Papa, han lanzado un ultimátum en una llamada telefónica a una amiga de la joven. O Alí Agca, el turco que atentó contra Juan Pablo II, es liberado antes del día 20 o matarán a Emanuela.

Pero Alí Agca, que en la tarde del viernes fue interrogado por los jueces romanos, ha marcado distancias con los secuestradores: "Yo me arrepiento de todo; estoy con el Papa y el Vaticano.Me encuentro muy a gusto en las cárceles italianas. Ofrezco mi solidaridad a los padres de Emanuela, y pido que la joven sea liberada cuanto antes", dijo, gritando, en italiano, a los periodistas que le esperaban al concluir su cita con los jueces.

Antes de que los carabineros le introdujeran en el coche blindado para devolverle a la cárcel romana de Rebibbia, adonde ha sido transferido desde el penal de seguridad de Ascofl Piceno, Alí Agca aún tuvo tiempo de gritar: "El atentado al Papa fue organizado por el KGB y me ayudó a realizarlo el búlgaro Antonov".

Llamada a Laura

El secuestrador o los secuestradores de la joven Emanuela, estudiante de música en el conservatorio romano de San Apolinar, han enviado su último mensaje a una muchacha llamada Laura, compañera de colegio de Emanuela. Le obligaron a escribir al dictado un texto largo, pidiendo que lo enviara inmediatamente a la agencia Ansa. La persona que dictó el mensaje subrayó que Emanuela les había dado aquel teléfono y que ello constituía la mejor prueba de que la joven estaba viva.

En el mensaje, los secuestradores afirman no pertenecer a ningún grupo revolucionario ni terrorista: "No tenemos etiquetas; somos tan sólo personas que se interesan por la liberación de Alí Agca".

Los secuestradores afirman que Emanuela no se encuentra en Italia; que ha sido secuestrada sólo porque es ciudadana vaticana, e invita a la Santa Sede a que instale una línea telefónica directa con el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, para que puedan usarla los secuestradores y mantener negociaciones.

Una hora después de haber dictado el mensaje, la misma voz llamó a la agencia Ansa para asegurarse de que Laura les había llevado el mensaje. Y la voz anónima añadió: "Hacemos una llamada a la opinión pública, ya que no es nada excepcional que el Papa pida clemencia para la persona que atentó contra él a un presidente socialista y humano como Sandro Pertini".

En el Vaticano, por ahora, se prefiere "el silencio, la meditación y la oración", como ha escrito L'Osservatore Romano, y el padre de Emanuela ha debido recibir órdenes tajantes de no hablar, produciéndose, incluso, un problema con el diario Il Messagero". Este periódico había publicado el viernes a toda página que el padre de la joven había sido recibido en audiencia por el Papa, quien le había consolado asegurándole que "haría todo lo posible para salvar a su hija". Ayer, el cuñado del empleado del Papa negó públicamente dicha entrevista.

El periódico, que había grabado la entrevista con Ercoli Orlandi, le ha llamado por teléfono para pedirle explicaciones, y la sorpresa del periodista fue enorme cuando el empleado del Vaticano llegó a negar que hubiera hablado con ellos. El diario romano publicó ayer en un recuadro que Il Messagero había conversado con el padre de Emanuela no una sino cuatro veces y se preguntaba por qué se ha obligado al padre de la joven secuestrada a mentir de este modo.

Por su parte, los investigadores policiales yjudiciales no saben aún qué pensar. Si se trata de un loco, dicen, tiene que ser una persona muy inteligente; si es un grupo terrorista que intenta despistar, el asunto, subrayan, sería múy grave. Y la pregunta que se hacen todos es quién puede tener interés en liberar, bajo un chantaje tan vergonzoso, al hombre que intentó matar al Papa, cuando él mismo no nuiere ser liberado.

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