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Reportaje:

Escasa audiencia para una comedia de Aristófanes en el teatro romano de Mérida

La compañía Teatro del Sol de Juan Diego abrió, con el montaje Pluto o la comedia de los pobres ricos, de Aristófanes, que se representa hasta el próximo lunes, la edición especial del Festival de Teatro Clásico de Mérida, que este año cumple su cincuentenario y cobra además un relieve especial al cumplirse el bimilenario de la construcción del teatro. El programa, por tanto, ha sufrido una grata variación con respecto a años anteriores, con más obras, hasta el 17 de agosto.

Pluto o la comedia de los pobres ricos, en versión libre de Francisco Melgares, obra con la que Juan Diego se desdobla en actor y director, tuvo el día del estreno una escasa audiencia, lo que fue premonitorio de lo que en días posteriores habría de suceder. El público de la gala se redujo a un millar de madrugadores seguidores del festival y a la larga relación de personalidades y autoridades con su correspondiente séquito. En los días que lleva la obra en cartel, la pauta del primer día se ha mantenido y en las gradas del teatro romano de Mérida se vienen observando grandes lagunas, lo que es indicativo del escaso interés que Pluto ha despertado entre el público. El taquillaje medio obtenido en los días de representación no alcanza las 100.000 pesetas.La versión que Francisco Melgares ha hecho de la original de Aristófanes permanece con bastante fidelidad ajustada al espíritu festivo del comediógrafo griego y a su pretendida inversión de los valores tradicionales. Los diálogos han sido cuidadosamente elegidos para avivar la hilaridad, pero la introducción de algunos localismos del Levante español no casan en absoluto en el ambiente extremeño. Además, esta versión de Melgares ha quedado a enorme distancia de la original, al soslayar muchos matices con los que Aristófanes adorné su obra. Bien es verdad que Pluto es una de sus comedias menores, pero su extrapolación al contexto socioeconómico actual ofrecía una- buena oportunidad para extraerle el máximo jugo.

Melgares, aunque ha escrito una obra ingeniosa, no ha querido o no ha sabido obtener todo el juego que Pluto daba de sí, limitándose a una actualización de los diálogos y a introducir elementos de invención propia que en muchos casos resultan meras concesiones a la galería, que se divierte moderadamente.

Actor y director

A Juan Diego le ha ocurrido lo que a muchos directores, que han pasado por Mérida sin plantearse previamente las dimensiones de un escenario monumental como el del teatro romano. Su montaje no ha tenido la brülantez esperada, limitándose a ofrecer un espectáculo discreto. Esto en Mérida, donde parece suceder una suerte de competición en pro de la espectacularidad, significa de entrada dar el primer paso hacia el fracaso. Juan Diego no ha sabido aprovechar elextraordinario marco del teatro y muchas veces el espacio escénico se le impone. No ofrece movimiento, y el recurso del flaró, elemento que juega un papel fundamental en las obras clásicas, apenas si es aquí utilizado. Éste tiene solamente una brillante intervención en toda la obra en una parodia que divierte.La obra se resuelve en dos escenas: las de exposición y desenlace, eliminando el nudo a base de alargar excesivamente las dos extremas. Esto entraña el riesgo de que el espectador no logra captar en su auténtica dimensión el verdadero mensaje de la obra.Pero si como director Juan Diego, quizá por inexperiencia, no ha ofrecido nada nuevo al festival, en su faceta de actor, encarnando a Crémilo ha realizado un papel algo más que discreto. Es uft actor de larga trayectoria protesional que se adapta como la piel a cualquier situación y ésta la resuelve con facilidad. El resto del reparto tiene una actuación equilibrada. Apuntaremos como dato anecdótico que la deficiente y quebrada voz de Francisco Algora obligó a dotar a éste de un micrófono para que sus palabras fueran inteligibles. Sus compañeros de reparto actuaron a viva voz, que llega sin dificultad hasta las últimas filas del graderío, gracias a las peculiaridades acústicas del recinto.

En resumen, una obra divertida sin más, que tiene como virtud principal la de no aburrir, aunque la risa no llegue a torbellinos, sino pausadamente. El 5 de julio se estrenará Medea, de Séneca.

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