La libertad y el sistema educativo
A propósito del proyecto de ley reguladora del derecho a la educación, el autor pretende llamar la, atención sobre los posibles peligros de pérdida de libertades a que puede conducir su contenido. En su opinión, si es bueno tratar de mejorar la calidad de la enseñanza pública, resulta del todo negativo discriminar, con ese pretexto, a la enseñanza privada.
Estos días se habla mucho del proyecto de Ley reguladora del derecho a la Educación. Y se comprende, porque es el comienzo de un camino que puede llevarnos a metas de una entidad tan trascendente como peligrosa. Revolviendo papeles sobre esta cuestión, copio unas citas que me parecen representativas de las posiciones en juego. J. S. Mill desde una perspectiva liberal afirmaba hace bastante más de un siglo que "una educación general de Estado no es más que un intento de moldear a la gente para que acaben siendo todos exactamente iguales". Mucho más cerca de nosotros en el tiempo, y desde el enfoque igualitario para ser más precisos, él profesor Musgrove nos decía que para alcanzar la igualdad mental, sin la cual no se puede pensar en la igualdad social que es el objetivo socialista, la misión de la educación debe buscarse en la eliminación de la influencia de los padres sobre la formación y futuro de los hijos.Yo creo que la libertad puede definirse como el derecho de todos a ser diferentes. A más igualdad menos libertad, y, en principio, a menos igualdad menos justicia social. No hay más solución que un equilibrio ponderado entre ambas aspiraciones.
¿Es posible la igualdad a ultranza?. Parece que biológicamente, hoy por hoy, a pesar de los niños probetas, no hay perspectiva alguna de que todos nazcamos idénticos. ¿Le conviene a la sociedad que todos seamos idénticos?. Si igualáramos por arriba, ¿sería visible o siquiera viable una comunidad de genios?. Me temo que no. Pero dado que no parece imposible que nos levantemos todos al nivel de los Galileo, Einstein y Picasso que en el mundo han sido, me temo que los intentos de igualar obligan a rebajar a muchos al más modesto nivel que puedan alcanzar todos o casi todos. ¿Aprovecharía este resultado a la sociedad en general y a los menos dotados en particular?. Tampoco me lo parece. Las mutaciones genéticas imprevisibles son las que permiten a la especie evolucionar de manera creativa. Suprimirlas, aunque fuera posible, nos metería en el callejón sin salida de una rutina hereditaria que desvirtuaría la selección natural por, la que progresa el grupo humano.
Claro que el hombre no es sólo producto de las leyes de herencia. La cultura, resultado del medio social en que nos movemos, tiene una gran influencia sobre nuestra formación, con la ventaja adicional de que estas influencias socioculturales si pueden ser moldeadas por el hombre. Y puestos en este terreno que podemos influir, con límites pero con bastante eficacia, el tipo de enseñanza se presenta con toda su importancia. La posición liberal mantiene el postulado de igualdad en el momento de partida para todos los jóvenes. Es lo que se llama igualdad de oportunidades, lo que lógicamente incluye una educación compensatoria para los menos dotados desde un punto de vista intelectual en su origen y/o para los que viven en un ambiente social culturalmente deficitario.
El enfoque socialista postula la igualdad de todos hasta el final de la vida. No sólo, pues, en el momento de partida, sino -y sobre todo- en el momento de llegada. Como es natural, esta postura obliga a un racionamiento de los inputs educativos que implican una regimentación de la enseñanza, lo que empieza por la eliminación de la influencia cultural de los padres. Hay que formar a los menos para nivelarlos al nivel máximo que puedan alcanzar los más.
En este estado las cosas, me parece que es preciso introducir en el análisis criterios democráticos de convivencia social. Yo creo que la democracia se define como una relación directa con las posibilidades vitales de elección. Un sistema autoritario restringe. las opciones políticas, económicas y sociales del ciudadano. Un sistema democrático abierto aumenta nuestras posibilidades de elección. Más partidos, más productos, más ideas, más posibilidades de escoger y de realizarse, y por tanto hay que admitir que será más democrático el sistema educativo que más variantes admita.
El regreso a una enseñanza pública y única, nos vuelve atrás dos o tres siglos, substituyendo la hegemonía católica y jesuítica por una fórmula estatalizada y socialista no menos negativa. Cambian los protagonistas pero persisten los métodos uniformistas. Mal me parece el monopolio confesional y, por lo menos, igual de mal me parece el monopolio estatal. Intervenciones del Estado en el control y buen empleo de los dineros públicos, me parecen bien. Intervención del Estado encaminada a imponer una línea unica y vigilada a las escuelas, me parece mal. Escuela pública de calidad, me parece bien. Marginación de la escuela privada, me parece mal por limitativa de la libertad de elección. Gratituidad para todos de la enseñanza en los tramos obligatorios que corresponda, me parece esencial en cualquier caso. Y cuando digo todos me refiero literalmente a todos. No creo que el Estado tenga derecho a comprar la libertad de docencia y de discencia con dinero público que al fin y al cabo es de todos. O, ¿es que vamos a dejar la libertad de escoger el tipo de enseñanza a los ricos que pueden darse el lujo de costear una educación libre porque pueden prescindir de las ayudas estatales?. Normalmente quien paga manda, pero en esta materia precisamente el que paga no debe mandar. Donde esto ocurre, como en Estados Unidos, es donde mejor se enseña y más se investiga.
Creo que deberíamos buscar un punto de equilibrio a través de un control de calidad -al fin y al calSo la química orgánica es la química orgánica-, dejando abierta la posibilidad de que el ciudadano pueda escoger distintas opciones educativas sin límite alguno.
A lo mejor valdría la pena de volver a examinar una idea que no es nueva, que está reconocida en distintos países, y que me parece interesante porque abre posibilidades. Me refiero al cheque escolar. La libertad educativa le da a los padres el derecho a recibir por cada hijo un cheque pedagógico calculado en su importe según baremos apropiados iguales y obligatorios para todos los centros. A los que pagan renta, el cheque les es deducible de la cuota, y a los que no pagan renta se les suministra el cheque por la autoridad educativa. El cheque no es negociable y sólo se puede aplicar al pago de enseñanza en los tramos obligatorios y gratuitos en cualquier centro reconocido por el Estado, pero con plena libertad para cada centro, público o privado, de orientar sus actividades docentes, de seleccionar libremente su profesorado siempre que tenga la titualción adecuada, y, en general, de mantener su diversidad y personalidad diferenciada. Mantendríamos así la riqueza de las posibilidades de elección, cosa que me parece vital. Todos tendrían una verdadera igualdad de oportunidades al escoger escuelas libremente sin coste alguno.
La posibilidad de los padres de cambiar de centro a sus hijos aumentaría la eficacia de la escuela pública lo mismo que de la escuela privada, expuestas como estarían a perder alumnos insatisfechos que podrían trasladarse de centro con toda facilidad. .
Ya se que en nuestro país las posiciones extremas dentro de cada corriente son las siguientes: centros privados, que el Estado lo pague todo y les deje tranquilos; socialistas, acabar con los centros privados. Mi propuesta me parece más ecléctica. La fórmula ofrece ciertamente dificultades administrativas, sobre todo en las etapas iniciales. ¿Cómo distribuir las plazas escolares sin conocer la demanda?, por ejemplo. Creo que una buena planificación y la experiencia que se adquiera paulatinamente podrá resolver problemas administrativos solubles, que en todo caso estarán ampliamente compensados por un sistema que permita equilibrar una buena dosis de libertad con suficiente contenido igualitario.
es presidente de Convergència Democràtica de Catalunya.
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