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Reportaje:El empleo del ocio en las prisiones

Una escuela de marxismo, idiomas y guitarra

El socialista Luis Solana, madrileño de 47 años, abogado, es ahora el presidente de la Compañía Telefónica Nacional de España. Juzgado por un tribunal militar, fue condenado a tres años de cárcel por rebelión militar, acusado de difundir propaganda de la ASU (Agrupación Socialista Universitaria) en la facultad de Derecho de Madrid. Su experiencia carcelaria se produjo entre 1959 y 1960, en Carabanchel y Murcia."En aquellos años", recuerda Solana, "no había ninguna relación entre políticos y comunes. Mientras que nosotros los políticos teníamos un gran afán de aprovechar el tiempo, a ellos no les interesaba nada que no estuviera relacionado con la fuga. Si hacían deporte, era para estar en forma y poder escaparse, y si querían aprender a leer, se consideraban satisfechos en cuanto aprendían las letras de la palabra salida".

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"En Carabanchel hacíamos una vida intelectual intensa. Coincidimos Simón Sánchez Montero, el novelista Martín Santos, Antonio Amat (uno de los fundadores del PSOE), Luciano Rincón, Luis Goytisolo, el dibujante Julio Cerón, un grupo de repatriados de Rusia y los primeros presos de ETA. Leíamos mucho. La censura, ejercida por el capellán, se limitaba a prohibir la entrada de aquellos libros en los que Marx aparecía en la portada".

"Entre nosotros, discutíamos muchísimo y hacíamos auténticos seminarios de marxismo. Hacíamos concursos de dibujo y poesía. Muchos de nosotros aprovechamos Para aprender lenguas españolas. Yo, por ejemplo, aprendí catalán y gallego. La vida cultural era muy intensa y políticamente fue muy importante, porque, si Burgos fue un centro de formación comunista, puedo asegurar que Carabanchel fue de los socialistas'.

En Murcia, la situación intelectual fue menos atractiva que en Madrid. "Allí viví en la soledad más absoluta. En mi afán de aprovechar el tiempo, aprendí a tocar la guitarra. Me enseñó un grupo de gitanos con los que tuve bastante trato; pero allí se suspendió el tiempo de lecturas e incluso se me prohibió la entrada a la biblioteca. Fue una etapa interesante, aunque perdí dos años de exámenes, los contactos humanos fueron enriquecedores".

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