La 'comunidad' del País Valenciano
Buena parte de los miles de lectores que tiene EL PAIS en el País Valenciano, me atrevería a decir que la mayor parte, se vieron sorprendidos hace unos meses, con lo que ya se habrán acostumbrado, al ver que la denominación militante de País Valenciano había sido sustituida por la de "Comunidad Valenciana" en la correspondiente sección regional. "El cambio era de esperar, seguramente", dice el autor, "pero lo esperábamos pocos. Muchas cosas inevitables llegan así, cuando menos se esperan, porque se espera que no lleguen nunca".
VICENT VENTURAEl cambio ha tenido a su favor la impunidad más total. No había que temer bajas de lectores.¿Qué otro periódico podrían leer? EL PAIS se ha convertido en un producto informativo del que es dificil prescindir. Sobre todo, si se pertenece a la caterva de esa politizada izquierda sin partido, irritada porque la izquierda oficial sigue, a pesar de su millonario capital electoral, manteniendo el cambio en unos límites estrictamente funcionales, mientras predica, hasta el cansancio, moralidad pública, buen ánimo, paciencia y barajar.¿Es que EL PAIS es un periódico de izquierdas para resultarle tan necesario a la izquierda crítica? Es evidente que EL PAIS no tiene nada de izquierdista. Pero, ¿hay algún periódico que lo sea en este país? La izquierda vende mal su prensa porque la suele hacer bastante mal. La izquierda crítica, por tanto, que siente necesidad de estar bien informada, tiene que leer EL PAI S, donde se ofrece con menos sesgo la información y donde hay más espacio para las opiniones diferentes. En EL PAIS pagan el precio de ser liberales, no sé si resignadamente o con gusto y por eso aceptan la opinión de los que se pasan -y llegan hasta la izquierda- y también, por supuesto, de los que se quedan cortos y no llegan ni a liberales. Eso quiere decir, por otra parte, que incluir opiniones poco ajustadas a la línea editorial es una manera como cualquier otra de integrarlas en el sistema periodístico que EL PAIS va imponiendo. Hay opiniones minoritarias cuya aparición se enrarece más cada vez y algunas son ignoradas, eso es cierto, a pesar de lo cual sigue siendo el más abierto de los periódicos nacionales.
La táctica de 'españolizar',
Porque esa es otra: EL PAIS españoliza, ¡y tanto!, por pasiva y por activa. Su táctica consiste en dar por supuesto que el grado de integración española alcanzado es un progreso en el camino de la modernidad; tener por cierto que la democracia pluralista - y la economía social de mercado son una misma cosa, y mantener por encima de toda discusión que la Monarquía es una forma de Estado insuperable, ya que su virtualidad máxima reside en la continuidad hereditaria. El liberalismo de EL PAIS acepta, desde luego, que todo eso es discutible, y de cuando en cuando permite la discusión, aunque cada vez menos, para dar la impresión de que son los lectores quienes limitan el tema, ya que la mayor parte está a favor de la situación dada. ¿Por qué, pues, lo sigue comprando la izquierda, desde la modosita y oficial, que lo lee con disgusto y le acusa de estar en su contra, hasta la inmoderada y marginal, que lo lee por necesidad?. Ese es, probablemente, su mérito: haberse convertido en una necesidad. Ocurre con EL PAIS algo parecido a aquello que me contó en París, durante mi exilio poscontubernio -pertenezco a los contuberníados periféricos, que son olvidados en las conmemoraciones de aquel congreso, y gracias sean dadas por el olvido-, un amigo comunista valenciano, exiliado él también, pero desde hacía más años y que tardó otros muchos en regresar. Decía que en el entierro -de Maurice Thorez, casi todos los miles de participantes en la comitiva fúnebre llevaban Le Monde en la mano porque lo habían acabado de comprar. Por entonces Le Monde salía después de mediodía, y no como ahora, que sale antes. Un camarada suyo, francés, le dio la siguiente explicación del hecho: "Los comunistas compramos L`Humanité por disciplina de partido, y Le Monde para enterarnos de lo que pasa".
Como los nacionalistas valencianos no tenemos que comprar ningún periódico por disciplina de partido, nos limitamos a comprar EL PAIS para enterarnos de lo que pasa. Y lo que pasa es que EL PAIS- no es un periódico del que se pueda esperar que aliente ningún nacionalismo. Más bien al contrario, aunque a veces, critique el neoespañolismo. de la dirección del PSOE y de la dirección del Gobierno, más que por mantener al respecto una actitud abierta a otras formas de convivencia de los diferentes pueblos, ¿cómo diríamos?, ¿ibéricos?, porque tanto fervor puede serle perjudicial a la causa. La causa españolizadora, naturalmente. Hay que saber disimularla. EL PAIS prefiere que se dé por sentado el españolismo de todos los ciudadanos del Estado. Y así, de paso, se da por sentado el Estado. Y queda claro -por añadidura- que los esItatutos no pueden ser más que emanaciones suyas. Concesiones -a la descentralización con cierta atención a las formas- de cultura diferentes, siempre que no se pasen y quieran normalizar otras lenguas que no sean la castellana -la española por definición, y no hay nada que alegar en contra-, a los mismos niveles que la castellana, etcétera.
Así pues, ¿por qué había de. temer EL PAIS de sus lectores valencianos efecto retractivo alguno al sustituir la denominación, indudablemente militante, de País Valenciano por la de "Comunidad Valenciana"? Esta denominación no sólo es ridícula, sino también ambigua, muy ambigua, nada militante, por supuesto, y, por consiguiente, neutralizadora hasta cierto punto de las veleidades nacionalistas en un país como el valenciano, donde ha de crecer mucho todavía para constituir un problema. Y por tanto, es mejor que no crezca. Favorecer, pues, la ambigüedad ajustándose a la denominación oficial puede ser un medio para conseguirlo. No vaya a ser que crezca y se una a la tendencia natural de que los estatutos -nacionales- tiendan a Estados. Con las autonomías limitadas tiene el Estado bastantes problemas. No hay que alentar otros mayores.
Colaborar, y en castellano
Todas estas cosas, sin embargo, no pueden impedir que sigamos comprando y leyendo EL PAIS, y a veces escribiendo en él -no siempre, forzosamente, de estos temas, claro está-, y en castellano, naturalmente. Contamos sin duda con la comprensión de su línea editorial y con los huecos que quienes son verdaderamente liberales están obligados a conceder a sus contradictores. Muchos lo sómos desde hace tiempo, y cordialmente, además. Porque no siempre se encuentra enfrente la coherencia liberal de EL PAIS, con el cual hay, por otra parte, ideas generales comunes. El esfuerzo por la información sin sesgo, o con el menor sesgo posible, es una de ellas. Tratar de esforzarse por neutralizar las posiciones personales en favor de la objetividad, es otra. Como lo es también no tener demasíados pelos en la lengua para denunciar aquello que todo poder quiere ocultar siempre. Incluido el poder socialista, claro está. No es, pues, el problema de EL PAIS defender una denominación u otra. Es nuestro problema, desde luego, el de los valencianos, que lo asumimos y que esperamos poder seguir hablando de él alguna vez en estas páginas. Porque son influyentes, porque se difunden por todo el país -el valenciano y el otro- y porque sí que es problema de todos encontrar la forma de Estado con la que se pueda coaccionar menos para que la libertad llegue a todos. También a los que quisiéramos ser lo único que nos es posible ser: valencianos. Siquiera sea porque de otro modo la ambigüedad nos impedirá la dignidad.
escritor y periodista.
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