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El Papa 'se moja' en Polonia

El PeriódicoComo era previsible, la segunda visita del papa Juan Pablo II a su Polonia natal se ha iniciado en olor de multitudes enfervorizadas, lo cual no es de extrañar, dado el catolicismo militante de ese pueblo que ha hecho históricamente de su fe una bandera nacional contra los enemigos exteriores.Por su parte, el Papa, desde el momento de besar, como es ritual, su tierra, ha conferido también a su retorno un cariz político de un vigor poco habitual en sus anteriores viajes. Desde su primer discurso, y en casi todas sus homilías e intervenciones sucesivas, el sucesor de Pedro no ha desperdiciado ocasión para abordar, directa o indirectamente, la delicada situación que vive el pueblo polaco desde el golpe militar del 13 de diciembre de 1981. Y en las palabras papales las habituales abstracciones han sido sustituidas con frecuencia por claras alusiones a la situación de los derechos humanos, a los presos políticos e incluso ha llegado a la petición concreta del restablecimiento de los acuerdos de Gdansk, el verano de 1980, que dieron origen a la legalización de Solidarnosc.Este viaje ha dejado un tanto estupefactos a algunos observadores internacionales, porque, en su doble calidad de dirigente máximo de la Iglesia católica y de jefe de Estado vaticano, Juan Pablo II ha parecido decantarse abiertamente por una misión temporal. Aunque sin detrimento de su misión espiritual, en esta gira polaca lo religioso parece que viene siendo muy condicionado por lo político, en función de una ideología concreta.

( ... ) Aún está vivo en el recuerdo el reciente periplo papal por Centroamérica, en el que Juan Pablo II mostró ostensiblemente su distancia respecto al régimen sandinista de Nicaragua -donde varios de sus ministros son sacerdotes católicos-, mientras en Guatemala, Honduras y El Salvador, países famosos por violar cotidianamente los derechos humanos, el Pontífice apareció menos explícito.

, 19 de junio

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