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Hacienda presiona a las cajas de ahorro para que suscriban pagarés del Tesoro

La Administración, a través de la Dirección General del Tesoro, ha presionado a las cajas de ahorro para que acudan a las subastas de pagarés del Tesoro en mayor medida de lo que lo han venido haciendo hasta ahora. La posible monopolización del mercado por parte de la banca, principal comprador de estos títulos a lo largo del año, y las nuevas necesidades para financiar el déficit del sector público han inclinado al Tesoro a pedir con mayor fuerza a las cajas que compren pagarés.

En la actualidad hay en circulación cerca de 420.000 millones de pesetas en pagarés del Tesoro, a seis meses y un año de amortización, que han sido suscritos en su mayoría por las instituciones financieras privadas, bancos principalmente. A finales del pasado año, los bancos decidieron que la única alternativa que tenían para defender sus costes de retribución de los depósitos de particulares pasaba por acudir a las subastas de pagarés del Tesoro, toda vez que este instrumento se configuraba como el básico para financiar la mayor parte del déficit público.Para ello instrumentaron una política de comprar pagarés impulsando los tipos de interés a la baja, para lo que se ponían de acuerdo previamente antes de personarse en las subastas, lo que les vacunaba, además, ante nuevas presiones del sector público. El control del mercado de pagarés desde el lado de la demanda les proporcionaba la posibilidad suplementaria de poder, en un momento dado, fijar claramente las condiciones de emisión de los mismos. A finales de mayo, y con un saldo vivo de pagarés del Tesoro cercano a los 400.000 millones de pesetas, la banca controlaba más del 55% de dichos pagarés y había logrado que su precio, medido en tipos de interés, bajara cerca de dos puntos.

Mientras que la banca hacía un esfuerzo considerable por lograr el control de este nuevo instrumento financiero, que contribuyó durante el pasado año a disparar al alza los costes de retribución de su pasivo, las cajas de ahorro, que suponen un tercio del total del sistema financiero español, apenas habían entrado en la compra de dichos títulos.

Mercado monopolístico

Prácticamente desde mediados del mes de mayo, y sobre todo en el mes de junio, los bancos privados nacionales han variado su postura ante los pagarés del Tesoro. De esta forma no sólo han dejado de acudir a las subastas, pujando por menores cantidades, sino que también han presionado al alza en los tipos de interés.La banca hizo saber a la Dirección General del Tesoro que iba a dejar de comprar pagarés en cantidades masivas, presionando con la cantidad que tenían ya en su poder. La reacción de la Administración no se ha hecho esperar y las presiones para que las cajas de ahorro entraran en el mecanismo de las subastas se han hecho de forma inmediata. Mientras que a mediados de abril las cajas de ahorro habían comprado 15.000 millones de pesetas en pagarés, de un total de 330.000 millones de pesetas en circulación, en las últimas subastas han acudido en mayor proporción a la compra.

Las pujas de las cajas de ahorro han crecido desde los 300 millones de pesetas, cantidad testimonial dado el volumen total adjudicado en la subasta de la segunda quincena de mayo, a más de 4.000 millones de pesetas, de un total de 14.000 millones de pesetas, en la primera subasta del mes de junio. Aunque fuentes de la Administración no han, querido confirmar el hecho, en fuentes financieras privadas se afirma que la Dirección General del Tesoro habría pedido a las cajas de ahorro que ampliaran su participación en la compra de pagarés hasta una cifra superior a los 40.000 millones de pesetas, al término del mes de junio.

Las reticencias a la entrada en este mercado por parte de las cajas de ahorro se deben a dos causas; por un lado, porque consideran que hay una inversión alternativa mucho mejor retribuida, como son los certificados de regulación monetaria, cuyos tipos de interés están por encima del 20%, frente al 14,8% de los pagarés en su última subasta. En segundo lugar, porque los pagarés del Tesoro no suponen una competencia directa a sus depósitos, mucho más estables y permanentes de lo que pueden ser los de la banca privada, que en líneas generales buscan fórmulas de retribución más sofisticadas y con mayores índices de precios.

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