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Tribuna
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Uruguay

Estábamos allí, patrocinados por el calor de junio, en multitud, en la plaza de las Ventas, estábamos allí, en la plaza de toros, a la sombra de la cultura, al sol de la justicia, diputados del aire contra nadie, provincianos del castellano partido en mil provincias por el mundo, municipales y madrileños, uruguayos, improvisadamente montevideanos, y había banderas frescas en lo caliente, azules, y un oso panda con un señor por dentro, y la paloma buchona de la paz subida a la media docena de madroños que le quedan a Madrid, con el sol vespuciano en la cabeza, reencuentro con Uruguay, un pequeño país prometeico del prometeísmo americano, un gran país fáustico donde quizá, por falta de tiempo, sólo Juan Carlos Onetti ha leído el Fausto.Estábamos Rafael Alberti, doliéndonos el pelo de la luz, estábamos Carlos Tena, barroco de Vulpes como Orfeo de Gorgonas, estábamos Aute, estábamos Aurora Bautista, con ese su instinto para lo patético, estábamos María Luisa San José, que es de esas hermosas que no pasan calor en el calor, porque ella trae sus calores internos, secos por fuera, rosa por dentro, estábamos umbral y Suburbano, Sacristán y Osiris, estábamos Quintín Cabrera, nos dolíamos tan Emma Cohen, sonábamos muy Juan Diego, repercutíamos Sancho Gracia, Rosa León, clamábamos Berta Riaza, estábamos tan Luis Pastor y tan Massiel, zumbábamos tan José Meneses, éramos un cuerpo múltiple, el monstruo inerme del lago Ness de la plaza -lago de arena-, monstruo de mil cabezas conocidas, y la muchedumbre en la orilla, y éramos las veinte/treinta en punto de la tarde, y salió un sol/margarita, muy elegante, inmenso, y puños/ rosas como llaves de tuercas, y estábamos diez aniversario (de la huelga general/Uruguay, o sea), dolíamos amnistía/libertad, quejíamos convención nacional de trabajadores, y se incendiaba el viernes, venían los sindicatos españoles, dolía el aire. Sonaba el Uruguay a urogallo alegre, sonaba a dictadura ecuestre, era gratis el tiempo, unidad/ solidaridad/lucha, que por ahora se cumplen diez años de dictadura fascista en el delgado país, Bordaberry, bordado de banqueros y latifundistas, o sea la gran Banca internacional, se compraron las libertades para ellos, las fábricas eran las almenas de la Constitución, diez años de Resistencia, tres derrotas a la dictadura, treinta noviembre de 1980, primero de mayo de este año, 200.000 personas en la calle, la serpiente multicolor, abre la muralla, cierra la muralla, 80.000 uruguayos en el trullo, cierra la muralla, 60.000 torturados, abre la muralla, 137 luchadores antifascistas desaparecidos, abre la muralla, decenas de muertos, más de mil hombres y mujeres, presos políticos y sindicales, en la ergástula totalitaria, cierra la muralla, el pueblo de Madrid convocado al evento, que dicen ellos, con delicioso arcaísmo español que nos hermana. No veo aquí, no vi allí, entonces, a los profesionales del amenicanismo. Y no es Moscú, claro, lo que aquí funciona, o sea Andropov, la kagebé y todo eso, sino el nacionalismo romántico y forestal que se quiere libre, que se quiere suyo, que se quiere querer a sí mismo, cuando tantas ocasiones le dan de despreciarse/menospreciarse. No ví, no veo, podré decir un día, a los profesionales de América, a quienes han hecho de la América castellana su burocracia y su quinquenio. No es la Revolución lo que pide el pueblo uruguayo aquí y ahora, sino que ilustres liberales, heráldicos escritores, como Onetti, puedan vivir su patria en paz, si quieren. La libertad, desconnotada de "resentimiento social", que dicen algunas princesas y todas las hijas de papá Reagan, es la ornitología que despliega sus alas, a contravuelo de Harrier y missiles. La libertad de ser uno sí mismo. De que Uruguay no siga siendo un pájaro entre tapias militares.

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