El Papa en Polonia
Le Figaro ( ... ) Ahora la situación no ha mejorado, suponiendo que no sea peor, y sin embargo ese viaje imposible ha tenido lugar. ¿Por qué? Es evidente que el más alto representante de la Iglesia polaca lo ha exigido, en contrapartida a una moderación que le habría sido difícil justificar y porque el Gobierno polaco no podría alienarse definitivamente la Iglesia sin correr enormes peligros. Comenzando por su propia desaparición en beneficio de los ultras, después de una corta y sangrienta anarquía. ( ... )De ahora en adelante se ha alejado por mucho tiempo toda esperanza. El pueblo polaco ha hecho la experiencia de su soledad en un mundo en que las democracias no denuncian las violaciones de los derechos humanos con la necesaria energía más que cuando esas faltas contra los principios no están escondidas por los misiles SS-20. El pueblo polaco sabe que no tiene más que un aliado verdadero, más que un solo protector: su hijo, Juan Pablo II, que la fortuna, mejor dicho la providencia, ha querido que sea al mismo tiempo que un gran Papa un auténtico hombre de Estado. No por su ambición política, sino por la sangre fría, el juicio sereno y una notable capacidad para moverse en el plano de la historia, por encima de los acontecimientos.
París, 16 de junio
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