El 'Béjart joven'
Víctor Ullate fue uno de los primeros discípulos que la hoy directora de los Ballets Nacionales, María de Ávila, formó en su academia de Zaragoza. A los 14 años ya estaba bailando con los Ballets de Madrid de Antonio y en 1962 tuvo que rechazar un contrato con el prestigioso San Francisco Ballet por ser menor de edad.Poco tiempo después se lo llevó Maurice Béjart, ante quien el joven Ullate había exigido una audición. La maduración artística de Víctor Ullate se realiza así, entre 1966 y 1978, bajo la irresistible influencia del maestro francés, de quien Ullate afirma que "además de un gran coreógrafo, es un genio".
Tras la salida de Paolo Bortoluzzi, Ullate se convierte, junto con el argentino Jorge Donn, en una de las grandes estrellas del Ballet del Siglo XX, en su época de mayores éxitos Populares. Víctor Ullate, que es un bailarín menudo que, además, sufre pronto importantes lesiones, se crece, como todo gran intérprete, en el escenario e ilustra perfectamente el estilo dramático, de las coreografías bejartianas, con una gran capacidad de proyección emocional que quizá podría decirse que es la gran virtud de los mejores bailarines españoles. En esa época, Ullate baila todos los grandes papeles del repertorio de Béjart: el payaso de Nijinsky, clown de Dios, el solista de Cantata 51, el Nomos alpha, etcétera, has la que, en 1978, Béjart crea para el papel del "Béjart joven" de Gaité parisienne.
Tras su nombramiento como director del Ballet Nacional Clásico a principios de 1979, Ullate se lanza a una carrera de coreógrafo.
Babelia
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