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El Hosquillo, aislamiento total entre rocas, pinos y animales

Ciervos, corzos, gamos, osos, muflones, jabalíes y quizá algún águila, de las pocas que aún perviven, son, junto con rocas y pinos, los mudos testigos del diálogo que mantuvieron ayer, en un escondido rincón de la serranía de Cuenca, el presidente del Gobierno, Felipe González, y el primer ministro francés, Pierre Mauroy.El lugar, llamado oficialmente Parque Cinegético Experimental de El Hosquillo y al que se le conoce últimamente, quizá por simplificar el nombre o por usar un lenguaje más al día, como Reserva Ecológica, es una impresionante hondonada de unas 500 hectáreas de superficie, de imposible acceso, salvo por el único camino labrado en la roca, y en la que viven cientos de animales en un régimen de semilibertad.

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El nombre de la zona en que se encuentra enclavado, Sierra de los Barrancos, ya es suficientemente expresivo para dar idea de lo abrupto del lugar. El Hosquillo es un recinto casi circular, cuyos límites están formados por impresionantes paredes verticales, completadas en su parte superior por tramos enrejados en aquellos escasos espacios que podrían permitir la huida de los animales. Precisamente la rotura de un trozo de verja por un desprendimiento de rocas favoreció en el otoño de 1982 la fuga de cinco osos, que tuvieron que ser abatidos, salvo uno que, tras invernar en una cueva, regresó voluntariamente al parque al llegar la primavera.

El pueblo más cercano, Las Majadas, de 440 habitantes, se encuentra a 18 kilómetros, mientras que la capital de la provincia está a 54, distancias relativas, porque hay que tener en cuenta que sólo por un camino forestal, de intrincado trazado, es posible el acceso al parque, propiedad del Ayuntamiento de Cuenca y administrado por Icona.

Felipe González y Pierre Mauroy llegaron en helicóptero a las 13.15 horas de ayer a las inmediaciones del parque. Un extraordinario despliegue de fuerzas de la Guardia Civil, incluido el grupo especial de operaciones de este cuerpo, controla desde el sábado todas las estribaciones de las montañas inmediatas a El Hosquillo e impiden la proximidad de cualquier vehículo que intente acercarse al único camino existente. En El Hosquillo, los dos jefes de Gobierno se alojan en un refugio de montaña, a cuyo lado nace el río Escabas, una residencia habitual de pescadores y ecologistas y a la que de vez en cuando acude algún ministro a trabajar. El aislamiento total del paraje, en el que ni siguiera existe teléfono, garantiza, desde luego, la más absoluta tranquilidad para Felipe González y Pierre Mauroy en estas horas de diálogo personal.

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