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Serra será el primer ministro español de Defensa que asista a las reuniones de la OTAN

Andrés Ortega

Por primera vez desde el ingreso de España en la OTAN, un ministro de Defensa español, Narcis Serra, asistirá, mañana, en Bruselas a las reuniones del Eurogrupo, y durante los dos días siguientes a las del Comité de Planes de Defensa (CPD), que forma parte de la estructura civil de la Alianza. La asistencia del ministro español ha producido una gran satisfacción en medios atlánticos. Se ignora aún si Serra firmará los comunicados finales, pero se piensa que mantendrá algunas reservas sobre el del CPD. En esta reunión, los dos temas fundamentales que se abordarán, además de la consabida cuestión de los euromisiles, serán las ET -en sus siglas inglesas, las tecnologías emergentes- y las amenazas a la seguridad occidental, allende la zona teórica cubierta por la OTAN. "EE UU está empeñado en sacar una definición sobre esta cuestión en el comunicado", comentó una fuente atlántica.Serra, que vendrá acompañado del presidente de la Jujem, el teniente general Álvaro Lacalle Leloup, se estrenará en Bruselas, con la reunión ministerial del Eurogrupo. Este foro informal, que agrupa a todos los países europeos de la OTAN con las excepciones de Francia y de Islandia, fue creado en 1968 para reforzar la dimensión europea en la OTAN, con objeto tanto de coordinar mejor sus políticas como de responder a las críticas de EE UU de que Europa no se tomaba suficientemente en serio su defensa.

Los planes en el CPD para las acciones "fuera de zona" no son una novedad. Están destinados a mantener la disuasión en otras regiones ajenas a la OTAN. No se trata de cambiar una doctrina que lleva ya dos años de elaboración, sino de cuantificar las deficiencias y los puntos posibles de conflicto. En este caso, los ministros de defensa estudiarán un análisis sobre "El impacto del Suroeste Asiático" dedicado al golfo Pérsico y elaborado por el Comité Militar. Se trata de examinar las necesidades de la OTAN en esta zona y las medidas de compensación de fuerzas que deberían tomar los aliados en caso de que EE UU se viera obligado a intervenir con tropas y material en principio asignado para la Alianza Atlántica. Las medidas incluyen la llamada a filas de las reservas, las necesidades de transporte aéreo y bases para repostar pero, en general, son discutidas sobre una base bilateral. El análisis atlántico insiste en la necesidad de apoyar a los países que directa o indirectamente implican a la OTAN.

En cuanto a las ET del armamento convencional -municiones guiadas, sensores, armas inteligentes, comunicaciones, guerra electrónica- ya examinadas recientemente por la Conferencia de Directores Nacionales de Armamento, su necesidad ha sido ya aceptada a nivel político, si bien hay que estudiar su coste y eficacia, y la posibilidad de compartir la responsabilidad para su producción. El general Bernard Rogers, jefe supremo de las fuerzas aliadas en Europa, ha insistido en repetidas ocasiones en el tema para disminuir la dependencia de la OTAN en las armas nucleares. Pero hay países que se resisten a dar este paso en la OTAN, por cuestión de precio y de política.

Según algunos expertos, la nueva tecnología puede forzar un cambio de táctica en el frente central de la OTAN. Se intentaría atacar a las fuerzas de segundo escalón soviéticas, cediendo terreno -evidentemente en la RFA-, ante un ataque del primer escalón para luego recuperarlo.- Esta visión es rechazada por otros sectores, especialmente de la RFA. "Con armas convencionales no cambia la situación geoestratégica, y nuestras líneas de reavituallamiento, -el océano- se vuelven aun más incomodas", comentó una fuente; "la URSS seguirá observando las amenazas a sus verdaderos efectivos, no a sus efectivos móviles. Para esto no bastan las armas convencionales. La disuasión nuclear sigue siendo esencial y por eso son muy importantes las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio", es decir, los euromisiles.

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