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La OTAN espera impaciente que España precise su posición

Tensas y cautas presiones para que el Gobierno culmine el proceso de integración

Andrés Ortega

Casi a hurtadillas, pero deprisa y corriendo, el 30 de mayo de 1982 España ingresaba en la OTAN. Un año después, habiendo entre tanto llegado al poder un Gobierno socialista, el proceso de integración en la Alianza Atlántica está parado, pero, al menos esto es lo que piensan algunos medios atlánticos, el presidente del Gobierno español, Felipe González, parece acercarse cada vez más a la tesis de la OTAN. "Esto no puede seguir así indefinidamente", se impacientaba un alto funcionario de la OTAN; "España no ha pagado aún. Está con un pie fuera y otro dentro de la Alianza. Quiere recoger información, pero no da nada a cambio. Pero, dentro de todo, preferimos esperar a forzar una solución a la francesa". Éste es el comentario de un funcionario que padece de otanitis, una enfermedad que hace olvidar el interés particular de cada uno de los 16 miembros de la Alianza con el supuesto interés sacrosanto de la OTAN.La enfermedad irrita en Bruselas hasta a los españoles más firmemente partidarios de completar el ingreso, pues parece que hay que recordarlo: España está en la CITAN, pero no en su estructura militar integrada. Las presiones aliadas son grandes para completar el proceso, pero también cautas, conscientes de que el tiro podría salir por la culata.

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"Ingresamos sin definición de la contribución militar española", señala Jaime Ojeda, jefe de la delegación permanente española en la OTAN, soltero de 49 años de edad y traductor de Lewis Carroll. Pero éste no es el país de las maravillas. El Gobierno de Calvo Sotelo, por razones electoralistas y sin duda presiones externas, quiso ingresar en la OTAN a toda costa. Se planteó el sí, pero, con las prisas, se olvidó del cómo. Algo similar puede ocurrirle al actual Gobierno. Salirse o quedarse requiere claridad y seriedad. Y la salida, tanto como la entrada, tiene también modalidades.

En enero de este año, el actual Gobierno prometió la creación de un grupo de estudios interministerial que sentará las bases para un gran debate nacional sobre alternativas para la defensa española. El grupo de estudios, en el que participan los ministerios de Asuntos Exteriores y de Defensa, parece haberse petrificado, corno si el Gobierno quisiese ahora escamotear ese debate.

El papel de las bases

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Un punto fundamental debería ser la definición de las relaciones entre Madrid y Washington y el papel de las bases norteamericanas entre España, pues, como indicó una fuente atlántica, "la relación bilateral Estados Unidos-España beneficia a la Alianza en su globalidad". Desde Rota se apoya a mandos de la OTAN, como Saceur o Aflouth, con una coordinación que parte de Nápoles. La táctica de caza de la fuerza aérea estadounidense instalada en Torrejón tiene designada una misión que sería lanzada de la base aérea de Incirlik, en Turquía, o desde Aviano, en Italia. De hecho, si no de derecho, la OTAN está en España.

Entre los varios estudios que ha emprendido la delegación española en la OTAN para ver, cómo prevé la Alianza el papel de España en la estructura militar, se está preparando un informe sobre la llegada de refuerzos desde Estados Unidos en caso de guerra o crisis. "La posición geoestratégica de España ha sido una maldición sobre nuestra territorio a lo largo de toda la historia", comenta Ojeda. Y sin España, la OTAN no tiene profundidad en Europa. Es un puro frente;

El otro destino de los refuerzos es evidentemente España. De 1977 a 1982, en el seno del Estado Mayor combinado España-Estados Unidos se llevaron a cabo una serie de planteamientos. No se llegó a hacer un plan conjunto en este sentido, "debido a la envergadura de lo que pedía Estados Unidos", declaió una fuente española. Se trataba de hacer a nivel bilateral lo que no podía hacerse desde la OTAN. Es de suponer que los documentos pertinentes estén aún en Madrid, y en medios españoles no se duda de que existan planes secretos en el Pentágono para utilizar nuestro territorio como base de retaguardia.

Preguntado sobre este tema, Ojeda explicó que "en la OTAN no hay un plan eficaz para la llegada de refuerzos logísticos y de tropas desde el otro lado del Atlántico ni para las evacuaciones". El ingreso de España en la estructura militar de la OTAN, según este punto de vista, sería revolucionario para la OTAN.

Cuando España descubrió la OTAN -en cierto sentido sigue descubriéndola-, surgió el concepto del eje Baleares- GibraltarCanarias, tan llevado y traído, que dejó boquiabiertos a los expertos de la OTAN. ¿Se trataba de defender Canarias desde Cartagena? ¿Qué significaba? Poco importa. Con este eje, en las conversaciones preliminares -hoy congeladas- para la integración militar española llegó la demanda española de un cuarto mando, idea que surgió de la mente militar española y que fue recogida por los políticos diplomáticos. Dada la peculiar posición geográfica española, la idea no es descabellada, pero, según una fuente de Shape (cuarteles generales de la OTAN en Europa), "nos dio dolores de cabeza". Por parte española se puso énfasis en la estructura de mando antes de las misiones a desempeñar, cuando la buena lógica hubiera dictado lo contrario. "Si nuestro ingreso se hubiera producido en 1949, hubíera sido distinto", comentó Ojeda; .pero ahora hay demasiados intereses creados".

España, por otra parte, nunca intentó poner a Ceuta y Melilla bajó la égida de la OTAN, pues, según los medios diplomáticos españoles, "es esencial evitar que el contencioso norteafricano se salga del marco político". Asimismo, el tema de Gibraltar no carece de peculiaridad. En las mencionadas conversaciones preliminares se exploró la rotación de mandos, español y británico, en la base del Peñón, pero esta eventualidad nunca fue formulada con claridad. La Marina española no parece haberse planteado seriamente, fuera o dentro de la OTAN, la defensa del Estrecho ni su coste económico.

Madrid no da instrucciones

En cualquier caso, la integración española en la estructura militar de la OTAN está congelada. La representación española no tie.ne instrucciones ni autorización para explorar posibles fórmulas. Pero en el año de los euromisiles el Gobierno español no quiere dar ni un paso adelante ni un paso atrás en la cuestión de la integración o

La OTAN espera impaciente que España precise su posición

de la salida. "El ingreso español impulsó la moral de la OTAN",comentó un diplomático atlántico.

Su retirada sería un golpe psicológico". Pero este mismo diplomático reconoció que el año de los euromisiles puede durar bastante más de 12 meses.

Las instrucciones que recibe la delegación española en la OTAN son mínimas en todos los sentidos. "La colaboración de España con la OTAN tiene una fácil solución: se corta el télex desde Madrid", comentó una fuente próxima al Gobierno español. Cabe, sin embargo, la duda de si la falta de instrucciones es intencionada o responde a una incapacidad de instruir, pues, según la opinión de un diplomático español, "la OTAN es un bocado demasiado grande para España". La posición española está circunscrita por su posición de salida de la OTAN. Dentro de la Alianza Atlántica, ya sea provisionalmente o no, España está perdiendo oportunidades de hacer oír su voz. Es claro que en vez de abstenerse de firmar un comunicado el Gobierno español podría forzar un cambio en él. Después de todo, se negocia con semanas de antelación.

La OTAN tuvo que tragarse el inventado estatuto de observador que se autoadjudicó España para asistir a la reciente reunión ministerial del grupo de planes nucleares en Portugal. España podría tomar una postura particular, en el tema de los euromisiles y obligar a ambas partes a poner sus falsedades al descubierto. Podría, por otra parte, influir más en la cuestión centroamericana, objeto de un análisis anual en el seno de la OTAN. Ya con el anterior Gobierno, España impidió en una ocasión el apoyo atlántico a Londres en la guerra de las Malvinas, que España se ha opuesto, en la OTAN, a calificar como zona fuera de área.

La OTAN, en teoría, no es una organización supranacional, aunque el concepto real de soberanía quede en suspenso en la era nuclear. Sin embargo, España, si se empeña, podría conseguir lo que quisiera de la OTAN, siempre que tuviera buenos argumentos para ello. Francia, en 1966, se salió del mando militar integrado de la Alianza. Militarmente fue un desastre, pero políticamente un éxito para la OTAN. En la OTAN hay tantas modificaciones de integración como países. España, caso de decidirse, podría imponer su propio modelo original, que no implicaría forzosamente la integración total en el mando militar atlántico.

Los aliados han examinado con lupa las recientes declaraciones de Felipe González en Bonn, estableciendo una relación entre el tema CEE y el tema OTAN. La relación había sido establecida hace tiempo por los países que se encuentran en ambas organizaciones.

Washington empuja

"Washington nos empuja a meter a España en la Comunidad Europea para reforzar la OTAN, pero Estados Unidos no quiere pagar el coste, no quiere hablar de, cereales", comentó hace algún tiempo un ministro francés. Pero no se crea que la OTAN está para garantizar la democracia española", comentó, por su parte, un militar del otro lado del Atlántico.

El apoyo a la "doble decisión de 1979 sobre los euromisiles y las declaraciones de Felipe González vienen a demostrar una cierta evolución de su pensamiento", señaló una fuente atlántica. "Es parte del proceso de redescubrimiento de Europa y de sus necesidades en el campo de la seguridad", añadió.

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