El sobrero
El sobrero es el bipartidismo taurino. En estos sanisidros parece que la carta magna o carta de vinos (uno no sabe de esto) del planeta de los toros ordena, permite u aconseja manejar un solo sobrero, un solo toro de repuesto/reserva, en cada corrida, por si alguno de los cinco encartelados saliese tonto de un cuerno o tonto del culo.Los hombres vestidos de naipe (Valverde), aunque sólo sea por dentro, con faralaes en el alma, dicen que eso es un trapicheo que permite encartelar previamente un toro malo, contando con que la democracia circular de la plaza, con votos como pañuelos/gaviotas, va a sustituirlo por el sobrero, igualmente malo, y ya sin posibilidades de recambio en toda la tarde. O sea que se cumple el reglamento y se coloca un lote de muermos al personal. Un suponer. A uno, más atento siempre al ruedo ibérico de los hombres de la polis, o políticos, que a las variadas tribus que viven a la sombra del tótem y el tabú del toro, esto le parece bipartidismo, con perdón de don Segis Freud, de Cánovas y de Sagasta. Los toros han entrado en una Restauración/Regencia que puede acabar con la fiesta. Esto ya no es lo que era cuando uno andaba a la reventa, con un pensionero de Sainz de Baranda, felices sesenta, por las calles de la Cruz y de la Victoria.
Con Franco había más sobreros.
En la política me parece que algunos quieren hacer lo mismo. Los toros siempre son metáfora fácil y lucidora de la vida nacional, pero es que ahora la imagen se ajusta con la cosa incluso excesivamente. El bipartidismo bien entendido es el sistema del sobrero único. "Cómo parece que yo no les gusto nada a ustedes y que mi oratoria no coincide con su retórica, les voy a sacar a ustedes el sobrero, que está aquí mismo, en el bar, pastando un poco y leyendo el Financial Times".
Los sumilleres traen al sobrero/alternativa, que está ya aleccionado para quedar mal quedando bien, o sea para hacer lo mismo que el otro, sólo que peor, mejorándole así la imagen, y morir a las cinco en punto de todos los relojes, hasta la tarde siguiente a la misma hora por Enrique Busián.
El bípartidismo o alternaliva sistemática de los mismos es la vieja técnica goyesca de sobrero, porque es que, aquí en España, lo que no hemos aprendido de los toros lo hemos aprendido del Espasa, edición abreviada, y así nos va.
Hay ganaderías que cuidan la raza inversa de los sobreros con el mismo mimo maligno que la raza de los grandes embestidores. Es el bipartidismo del toro. El bipartidismo es una tendencia tan fuerte en política (gobernar por alter ego) que se da incluso dentro de un mismo partido.
A Fraga ya le están buscando un sobrero, con perdón: ¿Verstrynge, Alzaga, Roca, Garrigues, Schwartz? Por si acaso un día el palomar en vuelo de los votos como pañuelos, en la novillada de la granderecha, pide el sobrero.
Tienen que tener preparado un sobrero que no le sobre al titular, ni por arriba ni por abajo. En los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirar. Jamás Verstrynge, claro, por más que echen cuentas, sino el barcelonista Roca o el madrileñista Alzaga. El bipartidismo interno, sí, o sea el bipartidismo dentro del partido, la crianza del sobrero, impúdica y a ojos vistas, es un escándalo y una necesidad de la política y de los sanisidros.
Los toros y la política se metaforizan recíprocamente, en España, y no hacía falta que Pérez de Ayala lo subrayase, porque era obvio. En un momento de fuerte y generalizada tendencia bipartidista (lo que es una consolidación de la democracia a costa de la democracia misma), los ganaderos, las empresas, quien sea, imponen el sobrero único, la alternativa única, el bipartidismo taurino. Así se mata la democracia, se mata la fiesta y, lo que quizá es más grave, se mata la afición. Hay ya sofemasas de cervecería banderillera sobre el índice de abstención en los graderíos de Las Ventas.
Babelia
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