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100.000 nicaragüenses se manifiestan contra la 'amenaza' de Reagan en Centroamérica

Cerca de 100.000 nicaragüenses, en su mayoría armados, se echaron el jueves por la tarde a las calles de Managua en respuesta al discurso del presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, que ha sido interpretado en este país como "una amenaza pura y dura". Similares manifestaciones tuvieron lugar en otras ciudades nicaragüenses, que han vuelto a vibrar con las consignas antiyanquis. Como dijera en la capital Lucio Jiménez, secretario general de la central sandinista de trabajadores, "respondemos a los Estados Unidos con los fósiles aceitados, afilados los machetes y las ciudades y fronteras bien defendidas".

El orador central de la reunión fue el obispo José Arias, conocido popularmente como "el monseñor de los pobres". El prelado destacó el derecho de un pueblo amenazado a defenderse con las armas, y a empuñar los fusiles por la soberanía de la patria.La respuesta diplomática del Gobierno nicaragüense vino dada, sin embargo, por el vicecanciller, Hugo Tinoco, quien presentó por enésima vez en Washington una propuesta de negociación bilateral con Estados Unidos. La diferencia cualitativa estriba en que, por esta vez, el funcionario nicaragüense anunció que su Gobierno se compromete a interrumpir el flujo de armas a El Salvador si la administración Reagan prueba que existe este tráfico.

Tinoco hizo este planteamiento en el curso de una entrevista informal mantenida con Thomas Enders, subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, después de un debate televisado en el que participaron ambos. Más tarde, admitió la posibilidad de que guerrilleros salvadoreños utilicen territorio nicaragüense para el transporte de armas, "sin el conocimiento ni la autorización del Gobierno sandinista".

Intercambio de delegaciones

Managua estaría preparada para recibir a una delegación estadounidense y para enviar una propia a Washington. Tinoco añadió que su Gobierno colaboraría con el embajador especial, Richard Stone, si su misión es la de promover la paz. Pera no parece ser ésta la conclusión del discurso de Reagan, que, según Tinoco, abunda en la politica beticista y en las amenazas contra su país.

Más matizada fue la crítica del secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Bernardo Sepúlveda, quien calificó el discurso de Reagan como "una recapitulación de ideas que había enunciado con anterioridad y que representan, en buena medida, un punto de partida distinto del que tenemos los integrantes del grupo de Contadora".

El presidente brasileño, João Baptista Figueiredo, ha expresado por su parte una plena coincidencia con la política exterior mexicana durante la visita oficial de tres días. Su Gobierno apoyará los esfuerzos del grupo de Contadora y será informado puntualmente acerca de cada nueva gestión. En el comunicado final conjunto, tras su visita a México, México y Brasil coinciden en la necesidad de un diálogo directo entre los países centroamericanos y en el apoyo a la creación de organismos de cooperación latinoamericanos.

El Gobierno salvadoreño ha acogido el mensaje de Reagan con complacencia. El presidente Álvaro Magaña lo ha interpretado como un espaldarazo a su Gobierno. "Con una asistencia militar suficiente", dijo, "ya habríamos terminado esta guerra". Roberto D'Aubuisson, presidente de la Asamblea Constituyente, calificó el discurso como "uno de los más valientes desde la época de Truman". La presencia de un embajador extraordinario despierta, sin embargo, recelo en los sectores ultraderechistas.

Tampoco los rebeldes salvadoreños han acogido favorablemente el nombramiento de Stone, sobre todo por su pasada vinculación al régimen guatemalteco de Romeo Lucas.

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