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Falleció el pianista y compositor de 'jazz' Earl Hines

El pianista de jazz Earl Fatha Hines falleció el pasado viernes, a los 77 años, en un hospital de Oakland (California), a consecuencia de un ataque al corazón. La imagen más habitual del músico es la de una gran boca llena de dientes muy blancos que sonríe de forma poderosa, amplia, irresistible. Sobre el piano, Hines trazó buena parte de la historia del jazz durante más de 50 años.

Nació el día de los inocentes de 1905, en Duquesne, Pensilvania. Como suele ser lógica costumbre, su familia disfrutaba de un ambiente musical bastante acusado. Empezó con el cornet pero pronto se pasó al piano siguiendo estudios en la Schenley High School. De joven trabajó con Armstrong de quien incluso fue socio en un clube de Chicago. Esta relación sería importantísima, no sólo para el mismo Hines, sino para el piano del jazz en general.Con veintitrés años había desarrollado un estilo derivado de la trompeta de Armstrong pero aprovechando al máximo las posibilidades rítmicas y armónicas de su instrumento. Es decir, que con 24 años, Earl Fatha Hines ya había entrado en la historia.

A los veinticinco, tenía su propia banda y unas nunca probadas relaciones con Al Capone. Sus grandes éxitos fueron en el Grand Terrace, de Chicago, en plena prohibición y a las puertas de la gran depresión del 29. Pero la Grande Terrace Band superó también ese accidente con instrumentistas como Omer Simeon, Trummy Young, Jimmy Muddy, Alvin Borroughs y muchos más que darían luego paso a Charlie Parker con el tenor, Sarah Vaughan y Billy Eckstein o Wardell Gray en los cuarenta.

Como compositor escribió numerosos temas, entre los que figuran Rosseta, I got it bad y The earl.

Tras varias aventuras de menos importancia y si han de creeerse los textos, Eines cayó en los cincuenta en un período de crisis no tanto personal sino ambiental. Sencillamente su forma de tocar se consideraba fuera de juego.

En los sesenta, sin embargo, regresó con renovados bríos y en esta ocasión como solista. Pronto quedó claro que su forma de tocar no sólo no se había perdido o estancado sino más bien enriquecido. Y de esta manera, asombrando a propios y extraños, Earl Fatha Hines llegó hasta el Festival de Montraux 1974 para, con casi 70 años, mostrar una agilidad, un brío y un fuego que impresionaban.

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