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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Belleza y dulzura

Probablemente el 90% de lo que contiene la ópera china se pierde al atravesar las fronteras de cultura, espacio y tiempo para llegar hasta nosotros; el 10% que queda es impresionante y bellísimo. Se nos van todos los signos que hablan para los espectadores habituales de ese teatro: los colores de los trajes, los rasgos de las máscaras pintadas, los delicados gestos de las manos, los bordados, los emblemas, por los cuales se reconocen personajes, caracteres, paisajes, cambios de genio, argumentos; las entonaciones de la palabra y del canto, el texto. A veces, creadores occidentales han recogido lo que creen que es posible que sea el fondo de ese teatro: un sentido del distanciamiento -Brecht-, una sugerencia de escenografía y narración -Thorton Wilder-, incluso algún descubrimiento musical -Schoemberg- Pero siempre es otra cosa.El 10% que queda es una asombrosa estética, un colorido mágico y unos actores acróbatas de una perfección extraordinaria. La ópera de Pekín, que ahora está en el Monumental de Madrid, suele viajar por Occidente con alguna reducción de sus espectáculos (que en su versión original pueden durar horas) para hacerlos accesibles. El programa de presentación estaba compuesto por escenas extraídas de cinco óperas distintas; una especie de antología. Su base es, sobre todo, la interpretación: lo que llega es como un bellísimo circo, lo que impresiona es la perfección milimétrica del conjunto, el temple de los saltos, la agilidad en el malabarismo. Aun contando con nuestra ignorancia, la comunicación se establece. Es interesante observar que en este teatro -por lo menos, en esta antología- hay un predominio de situaciones de supuesta violencia -combates, luchas-, pero que están planteadas y resueltas de tal forma que se ve continuamente que es un juego, que hay una dulzura de fondo, un humor continuo: es decir, una especie de subliniación de la agresividad, y que raramente terminan con la muerte de alguien: los vencidos son simplemente vencidos y se retiran, de una forma que no implica crueldad.

EDUARDO HARO TECGLEN

El combate de la serpiente blanca, La separación del rey y la favorita, La encrucijada, Ocho inmortales atravesando el mar, fragmentos de óperas tradicionales.Intérpretes: compañía de la ópera de Pekín. Director de escena: Zou Gongfu. Estreno: Teatro Monumental (bajo el patrocinio de los Ministerios de Asuntos Exteriores y Cultura y del Ayuntamiento de Madrid), 20 de abril.

La mayor aproximación a nuestra cultura está en el fragffiento de La encrucijada o Combate nocturno: dos personas que pelean en la oscuridad por una misma causa, pero desconociéndose la una a la otra. En el escenario, la oscuridad es la plena luz; es la sugerencia de unos mimos acróbatas extraordinarios la que nos hace sentir esa oscuridad desde nuestra aventajada situación de verlo todo. Se dice que esta escena es de interpretación obligatoria para los estudiantes de arte dramático en China: debería serlo en todo el mundo, porque la capacidad mímica y expresiva que consiguen los actores es una enorme escuela.

Claro que los actores forman parte casi total del teatro chino. La danza, la acrobacia, la canción, el movimiento de cada músculo del cuerpo son las bases de ese teatro tradicional y conservado perfectamente.

Todos estos grandes artistas proceden, por tanto, de un adiestramiento prolongado y de una escuela que comienza por su infancia. Puede ocurrir que nuestro concepto de actor, en Occidente, no coincida de ninguna manera: aquí esperamos una libertad mayor, un talento personal, una sustitución de la disciplina por una forma de genio. Se obtienen pocas veces, eso sí. Sobre todo en un tiempo en que las escuelas occidentales tratan de sujetar más al actor, de despersonalizarle como pueden. Pero, sobre la ritualización y el mimetismo prácticamente perfecto de estos grandes actores chinos convertidos en mecánica humana indudablemente maravillosa, nuestra forma de cultura prefiere al gran actor libre cuando se produce o, incluso, al actor menor cuando se le ve buscando por sí mismo una forma de expresión y de interpretación. Esto es algo, también, que aleja las dos culturas.

Los actores de la ópera de Pekín obtuvieron el resonante, justo y merecido triunfo, al que respondió con unas palabras de agradecimiento el responsable de la compañía. Es algo que hay que ver y admirar.

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