79 muertos, entre ellos ocho norteamericanos, balance final del atentado contra la Embajada estadounidense en Beirut
A 79 asciende el número de víctimas producidas por el atentado que destruyó parcialmente el lunes la Embajada norteamericana en Líbano. La convicción unánime de los analistas es que el objetivo principal del atentado era provocar reacciones que obligaran a Washington a desentenderse del problema libanés y a retirar los 1.200 soldados que Estados Unidos tiene destacados en la Fuerza Multinacional de Interposición en Líbano.
El número de muertos se ha obtenido al sumar a los 37 cadáveres ya identificados las 42 personas dadas por desaparecidas y que deben encontrarse entre los escombros, de los que continúan extrayéndose restos humanos. Según el embajador norteamericano Robert Dillon, que se encontraba en el edificio al producirse la explosión, entre los muertos se encuentran ocho estadounidenses, mientras que los restantes muertos y desaparecidos son libaneses, tanto empleados de la Embajada como personas que realizaban gestiones en la legación. Al parecer se encontraban unas 130 personas en el inmueble al producirse la explosión. El número de hospitalizados es de 85.
Puntos oscuros
Las circunstancias en que se llevó a cabo el atentado aún no están completamente claras, pero toma cuerpo la versión de una acción kamikaze. El vehículo cargado de explosivos que estalló ante la embajada transportaba 150 kilos de hexógeno, el equivalente a 600 kilos de TNT, según expertos libaneses. La explosión fue dirigida a distancia, y el conductor del automóvil quedó completamente destrozado por la onda expansiva.Tres organizaciones han reivindicado la acción, pero aún se carece de pistas reales sobre los autores del atentado. El primer ministro libanés, Chafic Wazan, asegura que se encuentra "en posesión de algunos elementos que permitirán identificar" a los terroristas. Wazan se manifiesta confiado "en que pronto se conocerá la identidad de los que han perpetrado este crimen y de los que preparan otros".
Washington no cederá
Este atentado no parece que vaya a afectar al mantenimiento de la presencia militar norteamericana en Líbano, según las primeras reacciones habidas en Estados Unidos.A las palabras de Reagan en este sentido, pronunciadas inmediatamente después de conocerse en Washington la noticia, se han sumado más voces, con la única disonancia del senador Barry Goldwater, considerado como un halcón del Partido Republicano, quien ha declarado que "ya es hora de llamar a nuestros marines".
El subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Lawrence Eagleburger, ha reconocido que el objetivo del atentado podría ser "el que se cuestione en Estados Unidos la función norteamericana en Líbano", y ha criticado a Goldwater porque "la mejor manera de recompensar al terrorismo sería que los norteamericanos huyeran".
La reacción del senador Ernest Hollings, que acaba de anunciar que presentará su candidatura a la investidura por el Partido Demócrata para las próximas elecciones presidenciales, es la que, según los observadores, resume más claramente las consecuencias que el atentado puede tener sobre los congresistas norteamericanos.
Hollings está de acuerdo con Eagleburger en que no hay que huir de Líbano, pero considera que el papel norteamericano en este país debería limitarse a supervisar la retirada de todas las tropas extranjeras sin ayudar al Gobierno de Beirut a recuperar el control de todo el territorio.
En fuentes próximas al Departamento de Estado se señala que el atentado ha relanzado el debate sobre la conveniencia de un viaje de George Shultz a Oriente Próximo, gira que tendría como objetivo desbloquear la situación. Esta misión había sido ya contemplada tras la ruptura de las negociaciones entre Jordania y la Organización para la Liberación de Palestina sobre el plan de paz de Reagan para la región, pero en el Departamento de Estado se teme ver a Shultz naufragar en un intento con pocas posibilidades de éxito.
Ronald Reagan, por otra parte, ha enviado un mensaje el presidente sirio, Hafez el Asad, con motivo de la fiesta nacional siria, en el que le hace patente, según ha manifestado una fuente bien informada, su compromiso de "continuar trabajando con diligencia para la expansión de los negociaciones (en Oriente Próximo) sobre la base de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU que prevé el cambio de territorios por una paz real".
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