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Tribuna:Los 90 años del pintor de la luz y del azul mediterráneos
Tribuna
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Joan Miró, un clásico contemporáneo

La larga y fecunda trayectoria artística de Joan Miró hasta llegar a estos noventa años en que todo el mundo le reconoce como un clásico del arte contemporáneo, ha estado presidida por dos constantes: la coherencia y singularidad de su obra y la fidelidad a los amigos y lugares que le han acompañado a lo largo de su vida. Su vinculación a Barcelona, su ciudad natal, a la que no ha dejado de enriquecer con sus donaciones personales, tiene, sobre todo en la fundación que lleva su nombre, el símbolo vivo de la huella creativa que el pintor ha dejado en ella. Por ello, coincidiendo con la celebración de su noventa aniversario, hemos solicitado algunos testimonios de amigos y estudiosos acerca del hombre y del artista.La amistad con el pintor le viene de lejos. Joaquim Gomis, antiguo presidente de ADLAN (Amics de l'Art Nou), sección del GAT-CPAC destinada a promover el arte de vanguardia en nuestra ciudad, mantuvo una estrecha relación en aquella época de vigorosidad cultural barcelonesa. Gomis, industrial barcelonés y entusiasta aficionado al arte de vanguardia, a sus ochenta años sigue trabajando en relación a la obra mironiana (estos días preparaba un texto para el catálogo (le la exposición que la Tate Gallery dedicará al pintor). "Acabada la guerra civil, Miró sé instaló de nuevo en Barcelona, en el pasaje del Crédito, donde había nacido y donde fijó su estudio". Fueron años de exilio interior, durante los que Miró realiza el conjunto de litografías -que había dibujado previarnente en 1939- conocido como la Serie Barcelona, y que fueron editadas por Joan Prats. Gomis, que comparte sus asuntos profesionales con una dedicación también casi profesional a la fotografia, empieza a acudir regularmente al estudio de Miró para ver los progresos de la obra antes de que ésta salga de España para ser expuesta en el extranjero. Con el tiempo, las fotografías de Gomis y las iniciativas de Joan Prats se concretarán en los Fotoscops, en que se recogían las instantáneas del trabajo del pintor.

No será hasta 1949 cuando Miró exponga de nuevo en Barcelona, en las Galeries Laietanes. Se funda el Club 49, patrocinador de la exposición, que impulsará, en plena posguerra la vanguardia artística. Y, paralelamente, alrededor de la revista Dau al Set se agrupa un núcleo de poetas y pintores. Uno de sus principales exponentes, el poeta Joan Brossa, recuerda: "Conocí a Miró a través de Joan Prats. Para nosotros, la exposición de las Galeries Laietanes fue todo un acontecimiento. Miró era a la pintura lo mismo que Foix a la literatura: los vanguardistas que habían llevado la cultura catalana a un punto de europeísmo que se hundió con la guerra".

La amistad entre poeta y pintor se incrementa a partir de entonces y fructificará, más adelante, en la colaboración en una serie de fibros, como Oda a Joan Miró o Tres Joans (en homenaje a Prats). "Nuestra colaboración no se limitaba a poner los dos nombres en la carpeta; yo hacía el guión del libro y Miró cumplía rigurosamente su parte. Era realmente una obra de colaboración y no simplemente de ilustración". El poeta catalán ve la obra de Miró como un modelo de coherencia: "Sobre todo es muy interesante su primera época, antes de tener contacto con los superrealistas, cuando pinta los paisajes de Montroig. Hay un cuadro, La masía, donde ya están todos los elernentos que más tarde desarrollará simplificándolos. Creo que en el mundo hay dos tipos de pintores: el exparisivo, conquistador, como Picasso, y el que va profundizando liacia dentro, más interior, como Miró". Acerca de las influencias ejercidas por Miró, Brossa opina que "Miró no pudo hacer. escuela. La poca que ha hecho ha sido trágica. Es el caso del pintor norteamericano Arshile Gorky, que acab5 suicidándose obsesionado por A parecido de su pintura con la del pintor catalán". Brossa también destaca el comportamiento ético de Joan Miró en los años de posguerra: "Estaba como oculto. Nunca se mezcló con las instituciones oficiales franquistas".

La Fundación

Hemos hablado antes de la Fundació Miró como el mejor ejemplo de la impronta que el artista ha querido dejar en su ciudad. Puesta en marcha gracias a la iniciativa de Joan Prats y a la valiosa colaboración del notario Raimon Noguera, la presidencia del patronato que la rige estuvo en manos de Joaquim Gomis hasta el momento de la inauguración del bello edificio de Josep Lluís Sert, y luego pasó sucesivamente a manos de Joan Teixidor y de Oriol Bohigas, que es quien actualmente la ostenta.

Precisamente Joan Teixidor, que ha esiudiado a fondo la obra de Miró, y muy específicamente su escultura y la obra litográfica, coincide con Brossa en que, "pese a recibir las influencias de la época, Miró ha respondido siempre a su carácter insobornable. Naturalmente, hay una evolución jalonada con momentos importantes. En los primeros tiempos tiende más bien hacia la miniatura, para llegar, en los últimos cuadros, a una composición más rápida, más elíptíca, como de síntesis. Pero su mitología persiste siempre, tiene una gran unidad. Su obra se caracteriza por un sentido cromático y de línea que, aun hoy día, sorprende por su vivacidad, por su impulso. Tiene algo de primitivo. A veces se ha dicho que era infantil, pero no es la palabra exacta, aunque quizá sirva por lo que la infancia tiene de nacimiento, de sorpresa". La obra de Miró ha abarcado todos los géneros artísticos: técnicas pictóricas, cerámicas, esculturas, tapices, murales. Teixidor piensa que eso "obedece a una necesidad absoluta en él. Cuando ha utilizado un género determinado ha sido porque le era necesario. Por ejemplo, el grabado le interesaba mucho porque permitía gran rapidez y capacidad de síntesis. Pero no trata todas las técnicas del mismo modo. Cada cosa tiene su independencia. Es un hombre que tiene unas raíces familiares artesanales que seguramente le han marcado. No sólo ama esa última cosa más o menos ideal que llamamos arte, sino que ama con la misma intensidad los materiales con los que se fabrica ese arte".

Estudioso de la obra mironiana, sobre la que ya ha publicado un libro, Miró, colpir sense nafrar, y tiene otro inédito, y muy exhaustivo, titulado Les arrels de Miró, Pere Gimferrer ha observado en él el proceso que lleva de una idea plástica a su realización. La relación proyecto, croquis, cuadro, título tienen, a su juicio, una clara conexión. "Los espectadores piensan que el título está alejado de la obra, pero ésta refleja exactamente lo que aquél dice". En este sentido, Gimferrer piensa que hay que identificar cada ideograma en la obra de Miró. "Hay unos signos determinados que, una vez analizados, vemos repetirse a lo largo de toda la obra. Según el escritor, esto se produce "de manera rigurosa y casi constante a partir de Terra llaurada (1923-1924); desde entonces se establece una especie de código mediante el cual puedes identificar cada elemento". Para Gimferrer, el estilo de Miró ha estado siempre consolidado: "Hay una primera etapa en la que va formando su propio mundo con obras muy buenas, pero la verdadera ruptura se produce con el cuadro antes mencionado. A partir de entonces empieza a hacer pintura superrealista, no en el sentido más ortodoxo de la palabra, sino en el sentido que Breton decía que Miró era el más superrealista de todos ellos".

Sobre las influencias, el autor de los Dietaris dice que "al principio de su carrera, en sus propios carnets de notas, Miró habla de alguna influencia que dice que debe eliminar. Siempre, a lo largo de su carrera ha hecho homenajes a otros pintores. Pienso, por ejemplo, en uno que estaba en proyecto y no sé si llegó a realizarse, ya en época muy tardía, un homenaje a Modest Urgell, que fue uno de sus maestros. Sea como sea, todas las influencias quedan transfiguradas en su estilo singular. Recuerda aquella anécdota que contaba Prats acerca de que si él encontraba una piedra, sería una piedra; pero si la encontraba Miró, sería un Miró".

Antoni Munné es ensayista y crítico literario.

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