Felipe González y los otros socialistas
Las épocas de crisis lo son, fundamentalmente, porque las cosas no van bien. A estas alturas nadie puede ignorar que el mundo, en su casi totalidad, lleva diez años sometido a los efectos de una crisis energético-económica.En el caso concreto de España, a la crisis económica se unió el cambio político, con todo lo que el mismo supone de crisis de la situación precedente. ( ... ).
Tanto la crisis, cuantificable, a través de los datos macro o microeconómicos, como la incertidumbre contribuyen a definir un escenario en el que dificilmente las cosas pueden ir bien. Pero la situación se agrava todavía más si los promotores de la última edición -por el momento- del cambio político, ahora en el Gobierno, añaden con su comportamiento nuevos factores de incertidumbre al cubo. Y esto es lo que, al parecer, está ocurriendo.
Frente a esa sensación de responsabilidad, moderación y coherencia que el presidente Felipe González se esfuerza en transmitir a la sociedad española, nos encontramos con que las segundas y terceras filas del socialismo en el poder no acaban de dar ef salto de la oposición al poder. Es decir, no acaban de tomar conciencia de que lo dicho desde la oposición no vale para ser pronunciado en el poder. No es lo mismo tirar piedras sobre el tejado ajeno que sobre el propio.
Viene esto a cuenta de algunas de las afirmaciones que segundas y terceras filas del poder ejecutivo han realizado, desde su acceso al Gobierno, en las que se pone en entredicho la solvencia y buen hacer de empresas, sectores y empresarios. Afirmaciones que no sólo se contradicen en ocasiones con la realidad y con la lógica económica, sino que, desde luego, ese no es el camino para salir de la crisis y para desarrollar el programa de empleo proclamado por el PSOE a los cuatro vientos.
Hay cosas con las que no se puede frivolizar más que desde la irresponsabilidad. Y, desde luego, por ese camino no se crea la confianza mínima necesaria para salir de la crisis. No se puede poner en duda de una forma indiscriminada la solvencia, el prestigio y la capacidad de hacer las cosas con sentido común de empresas y sectores enteros de la economía española. Y tampoco se puede arrancar de la hipótesis de que todo lo realizado en los meses y años previos al 28 de octubre de 1982 está mal hecho, no se puede desconfiar por sistema del otro y pedir que confien en uno. ( ... ).
El problema seguramente más importante del PSOE posiblemente radique en que hay demasiada distancia entre el talante y la categoría humana y política de Felipe González y de otros socialistas. Escuchando en ocasiones a algunos altos cargos del ejecutivo uno tiene la impresión de que éstos no tienen nada que ver con lo que dice y promete el presidente del Gobierno. Indudablemente, muchos de ellos no han sabido pasar de la oposición al poder. Y tampoco han sabido superar sus frustraciones y afán revanchista.
16 de abril
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