Lluis Llach repite en París su éxito de hace dos años
Lluís Llach, y con él Cataluña, quedaron consagrados el pasado martes en París. El estreno para el público del recital del cantante en el teatro Bobino fue un éxito sólo comparable al que el mismo Llach cosechó en 1981 durante su actuación en el Théâtre de la Ville. Julio Iglesias aparte, nunca un cantante del Estado español había alcanzado en la capital francesa las cotas de valoración de una figura.
Cuando al término de la representación, en el vestíbulo del teatro, se regó la fiesta con champaña, todos estaban contentos. El primero, Llach, que la víspera del estreno se decía cansado y se manifestaba pensativo: "Me encuentro a gusto, porque he encontrado lo que yo quiero, un determinado público, que ya es mi público, y que reacciona como quien te conoce o te siente". Más reventona de alegría aún, la directora general de Política -Lingüística de la Generalitat, Aina Moll, que se desplazó a París sólo para estar presente en Bobino, y que vivió realmente el espectáculo como cosa suya, sonriendo siempre, aplaudiendo sin respiro y esbozando una especie de regocijo cada vez que Llach decía que "es difícil ser nacionalista porque el nacionalismo puede ser manipulable", o que "los catalanes aspiramos a ser ciudadanos", o que "queremos existir y por eso somos nacionalistas catalanes".Al empresario del cantante, Joan Molas, no había más que verlo para comprender que "hoy hemos llenado el teatro (1.080 plazas) y creo que la velada se repetirá durante los doce días que va a durar el recital". Otro repartidor de satisfacción: Josep Maria Flotats, el actor catalán de la Comédie Frangaise que, momentos antes, en escena, había rematado la actuación de Llach recitando de manera impresionante el texto de Ara Mateix.
El teatro Bobino es uno de los dos templos de la canción francesa (el otro es el Olympia), donde Georges Brassens fue el rey, y donde, como telonero de este último, hace ya más de dos lustros, inició su escalada otro español, y berciano, Amancio Prada.
Como dijo uno de los comentarios de la Prensa: "Llach canta en catalán, pero se vibra de tal manera que importa un bledo no comprender nada. Incluso, sobre todo, lo que se desea es no saber si defiende sus raíces, su tierra o su cultura. A través de sus canciones, en las que se mezclan la música clásica, la música popular, norteamericana, catalana, griega, se accede a lo universal. La voz de este poeta, apasionada, tumultuosa o implorante, hincha como la tempestad".
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