Creciente radicalización de la política de la Casa Blanca
En una estrategia que va desde la CIA hasta el azúcar, los duros de la Administración Reagan están radicalizando su postura en relación con Centroamérica, llegando a límites que provocan gran inquietud, incluso en el interior de la escena política y social estadounidense. Se alzan voces en el Congreso y en la Prensa ante los riesgos de una entrada militar directa de EE UU en la zona, concretamente en Nicaragua.Desde la Casa Blanca hasta el Departamento de Estado, el silencio es la regla de oro para atenuar, sin gran éxito, lo que aparece con mayor claridad: la existencia de un plan encubierto de la CIA en apoyo de la guerrilla antisandinista.
Pero, ante las voces de protesta del Congreso, la Casa Blanca, dominada por los halcones en materia de relaciones con Centroamérica y otras hierbas, no se achica. "El presidente ha decidido revisar los cupos de importación de azúcar procedente de Centroamérica", dijo el portavoz de la Casa Blanca. Todo parece indicar que Nicaragua verá cerradas las puertas para la venta vital de unas 50.000 toneladas de azúcar hacia EE UU (el 2 5% del total de la importación de EE UU), perdiendo unos 150 millones de dólares para las casi vacías arcas de Managua.
Fuera de la esfera de la Casa Blanca, son muchos los norteamericanos clarividentes que ven con temor el resultado final que puede tener la doctrina Reagan para Centroamérica. Personajes tan incondicionales de la política general de Reagan como el líder de la mayoría republicana en el Senado, Howard Baker, se declaran inquietos por la evidencia de la intervención de la CIA en Centroamérica.
Al margen de la arena política, otras influyentes personalidades de la vida estadounidense publican hoy un informe de 82 páginas situando las raíces básicas de la inseguridad en Centroamérica en la pobreza y las diferencias sociales, y no sólo en la visión política o militar del conflicto generalizado en el área. Piden que Washington establezca una vía de negociación con Cuba y la Unión Soviética para solucionar la crisis centro americana. Suscriben el informe personalidades tan poco sospechosas de tendencias revolucionarias como el presidente de la Coca Cola, Roberto Goizueta, el ex secretario de Estado Cyrus Vance y el banquero multimillonario David Rockefeller.
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