La curiosa historia de un tenor
El hecho de que Carreras no pueda actuar en todas las representaciones que, de la ópera L'Elisir d'amore de Donizetti, van a darse estos próximos días en el Teatro de la Zarzuela, permitirá al público madrileño escuchar la voz de otro tenor catalán: Dalmacio González. Hace muy pocos años que Dalmacio González ha alcanzado el éxito. Sus orígenes profesionales son particularmente curiosos: trabajó durante más de ocho años en las oficinas del Metropolitano barcelonés y, según parece, los mayores estímulos para seguir en la carrera musical los habría recibído de sus compañeros de las oficinas ferroviarias. Al terminar la jornada laboral, Dalmacio González dirigía. un coro juvenil en un conocido colegio de los jesuitas en Barcelona.En 1978, y por el hecho de ganar el primer premio en el concurso de canto Francesc Viñas , le fue concedida una beca para realizar un curso de un mes en el Mozarteuni de Salzburgo. A partir de este momento Dalmacio González empezó su carrera como profesional. En el extranjero fue donde se le reconoció definitivamente su talento y, pocos días después de realizar su debú en el Metropolitan House de Nuerva York, pidió la baja definitiva de la compañía del metro. John Rockwell, crítico musical del New York Times, definió a Dalmacio González con las siguientes palabras: "Un tenor rossiniano como no hemos tenido desde los tiempos de Cesare Velleti". Y en efecto, su última actuación rossiniana en Barcelona, L'Italiana in Algeri, despertó los más clamoros aplausos del público más adicto.
Su estrecha vinculación con el director italiano Carlo María Giulini, con el que ha realizado diversas grabaciones discográficas, ha favorecido sin duda su rápida ascensión. Ahora cuenta en su haber con un largo repertorio.
Dalmacio González está casado y tiene tres hijos. En unas recientes declaraciones el tenor ha afirmado que su vocación musical ha sido heredada por sus hijos que le acompañan siempre que les es posible en sus desplazamientos.
