España, los árabes e Israel
Al revelar a la televisión marroquí -en vísperas de su viaje a Rabat- el próximo reconocimiento por España de Israel, el jefe del Gobierno español aniquila definitivamente la política exterior del franquismo. Franco, autofabricado en una guerra colonial, no entendió jamás a los árabes. Entendió, si acaso, a Abd el Krim, un moro rifeño y domesticable. Pero siempre sintió un cierto menosprecio por la monarquía alauita, educada en La Sorbona, racionalista y cartesiana como el siglo de las luces. Unas luces que Mohamed V, el padre de Hassan II, y el actual, monarca. marroquí han deseado introducir en la ambigüedad caótica del mundo árabe.Debe añadirse que hasta ahora -y esperemos que no vuelva a ocurrir en el futuro- el lenguaje no se ha utilizado por la diplomacia española ante los árabes como una herramienta de entendimiento, sino como un medio creador o inventor de realidades favorables. De la ignorancia a Israel y de la retórica hispano-islámica no se ha beneficiado España más que la República Federal de Alemania. Posiblemente, menos. Y la falta de relaciones diplomáticas con Israel ha ocasionado a la política exterior española problemas suplementarios y evitables. ¿Quién se opone a la apertura de relaciones diplomáticas con Israel?
No se oponen los habitantes de Gibraltar, esos llanitos ceceantes a los que insultó despiadadamente el franquismo por ser, en gran parte, infieles y judíos. Ni se oponen los organismos internacionales, en los que la diplomacia israelí tiene una presencia pluriforme. Ni se opone tampoco la Prensa anglosajona, estimulada en amplios sectores por fuerte capital judío. Se opone simplemente la inercia, el tópico y una ceguera política excesivamente prolongada.
Al decir a los árabes en primicia informativa que España va a reconocer a Israel, el jefe del Gobierno español convierte el lenguaje en herramienta de entendimiento. Desde ahí todo será igual de complicado, pero mucho más fácil. La diplomacia española tendrá que modificar sus habituales discursos en las cenas de Ammán, de Argel o de Rabat para amoldarse a un juego de intereses reales. Y el presidente González, cuando hoy se entreviste en Fez con Hassan II, podrá iniciar por primera vez en la historia de las relaciones hispano- marroquíes el diálogo realistamente. Como habló días antes en Argel el vicepresidente Alfonso Guerra.
En Argel no olvidó la delegación española que todos los meses llama a la puerta del Tesoro público español un argelino para decir: "El cobrador del gas". Presenta una factura que aceptaron otros y que a España le interesa enormemente rebajar.
Aunque detrás de Argelia haya existido la supervivencia del pueblo saharaui, el borrador de la mala conciencia española y un país que completa el espectro político del Mediterráneo. Empieza la real politik, con escala diplomática, en Tel Aviv, capital de Israel como su nombre indica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.