Espléndida comedia
Es fácil confirmar cada vez que se ve una película de Lubitsch que él fue el mejor autor de comedias del cine norteamericano de los años treinta. Su espíritu corrosivo distaba de la bonhomía propia de otros clásicos; su ternura no caía en el sentimentalismo, ni confiaba en esperanzas sin fundamento; no dejó de respetar las normas de la época pero sin renunciar a su propia diversión. Aunque en España vemos últimamente sólo las últimas películas que rodó, To be or not to be (1942), El diablo dijo no (1943), dentro de poco tiempo, en televisión, Lo que piensan las mujeres (1941), y ahora, comercialmente, El bazar de las sorpresas (1940), es obvio que nadie como él supo enriquecer tan inteligentemente cada situación cómica, que pocos, al menos, entendieron que detrás de la respetabilidad de las formas, se esconden seres miserables que, vistos con afecto, podemos identificar como nosotros mismos. Esa es una de las virtudes de El bazar de las sorpresas: su capacidad para satirizar las situaciones cotidianas del período posterior al crack económico, reconocibles aunque hayan transcurrido más de 40 años. Imprescindible para los amantes de las comedias clásicas.
El bazar de las sorpresas
Dirección: Ernst Lubitsch. Intérpretes: James Stewart, Margaret Sullivan, Frank Morgan, Joseph Schildkraut. Comedia norteamericana, 1940. Local de estreno. Rosales.
Babelia
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