¿Nacionalizaciones?
El Partido Socialista no avanza en sus nacionalizaciones más allá de la estatalización de la red de alta tensión, pero el hado adverso le ha entregado en bandeja de plata de Loewe al mayor holding privado español. Como señala Angel Viñas en nuestro coloquio con los Amigos del País que publicamos en estas páginas, no es lo mismo no casarse que descasarse; es muy posible que a pesar de la sincera intención gubernamental de no estatalizar -aquí nadie ha nacionalizado más cosas que Franco y UCD- es inevitable que dentro del partido y del propio Gobierno haya un sector importante que considera impresentable que, por ejemplo, los bancos rumasinos vuelvan al sector privado; aunque nadie discuta que otras empresas no financieras encajan mal en el sector público. ( ... )Podemos suponer razonablemente que el PSOE no practica una política conservadora por el placer de traicionar a sus militantes y disgustar a parte de su electorado simplemente para ganarse la simpatía de los empresarios. El objetivo básico de un partido de izquierdas que alcanza por primera vez el poder después de cincuenta años de ausencia es, desde luego, reducir la angustia inherente a un cambio tan importante; más aún cuando su aplastante victoria se debe no tanto a la popularidad de la opción doctrinal socialista como a la pulverización de sus alternativas políticas. Buena parte del electorado -incluso el más conservador- ha confiado sus votos al PSOE después de concluir que Felipe González ofrecía más posibilidades para un Gobierno firme y con autoridad que contribuya a rescatarnos de una situación que se estaba acercando al límite. Por otro lado, es ya tradicional en la Europa occidental que los Gobiernos de izquierda sean llamados al poder por el electorado con el mandato de que realicen políticas económicas de emergencia, en el convencimiento de que un Gobierno de este color -siempre dentro de un orden- está más legitimado para demandar sacrificios a los trabajadores. (...)
El Gobierno no está amenazado hasta el momento seriamente ni por la derecha ni por la izquierda, y si no lo hace catastróficamente mal es previsible que siga gobernando durante los próximos ocho años. ( ... )
En España la estabilidad de los Gobiernos no ha estado tan condicionada por el juego parlamentario como por las movilizaciones sociales de distinto tipo. Aunque la España de hoy está mucho más vertebrada que en el pasado y disfruta de colchones sociales impensables hace unas décadas, persisten importantes núcleos de pobreza y desesperación, ampliados por la crisis, que exigen una atención inmediata; la protesta en el campo andaluz que se está desencadenando estos días es un toque de atención muy elocuente. Uno de los tests más relevantes para valorar la estabilidad de una nación está justamente expresado, además de en unos índices medios aceptables de renta per cápita, en la capacidad para conseguir reducir eficazmente la multitud de marginados, que desgraciadamente en nuestra sociedad hemos visto crecer alarmantemente.
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