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FALLAS DE VALENCIA

Su sitio era la UVI

ENVIADO ESPECIAL Los Torrestrella, todos menos uno, no debieron saltar al ruedo de Valencia sin pasar antes por la UVI. Eran toros cojitrancos, o enfermos del pecho, dados de baja en su actividad laboral. Nos los colaron como buenos, y a eso el pueblo, que no se anda con abstracciones, le llama estafa. Hubo uno tan decrépito que lo tuvieron que apuntillar en plena faena de muleta.El único sano salió en quinto lugar. Fue una suerte que le correspondiera a Luis Francisco Esplá pues, según hemos dicho otras veces, hogaño está de un torero subido. El toro sano era un típico Torrestrella, salpicao, musculoso y ancho, más bien bajo de agujas, proporcionado de cabeza y con trapío.

Para empezar, Esplá no permitió que, al aparecer los picadores, la cuadrilla se lo llevara a ese burladero siniestro de todas las plazas, donde sujetan al animal, a costa de porrazos. Es una novedad que ya introdujo el pasado jueves en esta feria, y tiene importancia, porque con ella restaura la teoría de la lidia que está hecha, fundamentalmente, de sentido común.

Plaza de Valencia

20 de marzo. Séptima y última corrida de feria. Cinco toros de Francisco Rubio (hierro Torrestrella), inválidos; el segundo hubo de ser apuntillado durante la lidia. Primero de Félix Cameno, manso. Manolo Arruza. Bajonazo descarado (vuelta). Estocada caída (ovación y salida al tercio). Luis Francisco Esplá. Media perpendicular bajísima (aplausos y saludos). El Soro. Estocada corta, tendida y contraria, y descabello (dos orejas). Estocada corta caída (vuelta y salida a hombros).

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El relevo que viene

Hace años -no tantos- cuando había toreros y torería, y los peones toreaban a una mano, y los presidentes sabían algo de esto, tan pronto doblaba el toro en el primer lance, ya estaba sonando el clarín. De inmediato se hacía presente el diestro y veroniqueaba ganando terreno, hacia los medios, mientras los picadores, a trotecillo por el tercio, llegaban a donde debían intervenir. Cuando el espada remataba, el toro debía quedar en suerte para el puyazo. Aún no ha llegado a esto Esplá, pero sujeta al toro en los medios, con lo cual impide, capotazos inútiles y una absurda pérdida de tiempo. Al'sano de ayer le dio su lidia y luego hizo una faena seria, valerosa, torera, técnicamente irreprochable, adecuada a las características del toro, que embestía con la cara alta y cuya casta añadía peligro a la aspereza con que tomaba el engaño. El otro toro de Esplá fue el decrépito que hubo que apuntillar, pues se cayó para morirse al recibir el tercer muletazo. Un escándalo.

Corrida de escándalo

Aunque escándalo era la corrida toda, enferma, facilona, al estilo de aquélla que servía al taurinismo de la década de los sesenta para glorificar a El Cordobés. Ese espectáculo decadente y espeso lo recuperaron ayer en Valencia para gloria de El Soro, y más o menos surtió efecto. Le correspondió un primer ejemplar del que los taurinos dirían que tenía má zon que la ma, el cual embestía entregadito. Entre docenas de pases sin tino, el ídolo local cuajó algunos muy buenos, principalmente cuando, en un par de ocasiones, ligó el natural con el de pecho, y la versión que dio de esta suerte, rematada en el hombro contrario, fue de una emoción y una calidad sorprendentes. Mató de sablazo, como todos, lo que no mermó el fervor de su público, y dio la vuelta al ruedo bajo un auténtico clamor, recibiendo flores, prendas y niños para bendecirlos. Al sexto, otro moribundo al que ni siquiera pudieron picar, del cual no dirían los taurinos que tenía "más son que la mar", le toreó mal. Era por la casta, se comprende.

Reapareció Manolo Arruza, con tan poco arte como en su primera etapa, e igual de voluntarioso, desangelado y alto. En los primeros toros, los tres espadas se cedieron banderillas, y en los otros, cada cual pareó a su pupilo. El Soro fue mejor. Al tercero, cada diestro le entró a clavar justo en la salida del par anterior, con lo cual el toro quedó banderilleado en cuestión de segundos. Entusiasmó este tercio y, por supuesto, agradecimos la brevedad. Con estas intervenciones, el público dominguero y sorista pudo desfogar el triunfalismo que llevaba dentro y si los toros eran de UVI, le traía sin cuidado. Hubo un entradón, la empresa hizo dinero, el presidente no se enteraba de nada y El Soro salió a hombros. Que es de lo que se trataba, claro.

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