El arzobispo de San José de Costa Rica: "El Papa consideró el incidente de Managua como una profanación a la eucaristía"
La contestación sufrida por Juan Pablo II durante la misa celebrada en Managua, la capital de Nicaragua, por parte de los grupos cristianos sandinistas ha levantado una verdadera ola de indignación en Costa Rica, país que el Papa deja esta mañana para dirigirse a El Salvador y Guatemala. La impresión por lo ocurrido en Nicaragua, calificado aquí por la Prensa, con grandes títulos, de "ataque y agravio al Papa", ha motivado un durísimo comunicado del arzobispo de San José de Costa Rica, Román Arrieta Villalobos, quien, al ser el presidente del SEDAC -es decir, de todos los obispos de Centroamérica-, ha sido la persona que ha estado más cerca de Juan Pablo II, aconsejándole y analizando con él los problemas más delicados. En dicho comunicado se habla de "atropello y falta de respeto cometido contra la persona de Su Santidad", e incluso de "profanación de la misma eucaristía".
JUAN ARIAS ENVIADO ESPECIAL Ayer, el arzobispo Arrieta Villalobos recibió a EL PAIS en su res¡dencia personal, en las afueras de San José.
Pregunta. ¿Cómo ha reaccionado el Papa a lo ocurrido en Nicaragua?
Respuesta. Volvió de Managua tremendamente cansado y, sobre todo, muy preocupado, no tanto por la falta de respeto a su persona como por lo que él mismo llamó premeditada profanación a la santa eucaristía. Durante toda la cena estuvo como absorto y apenas acabó se retiró inmediatamente a la capilla. Tenía como prisa de desagraviar a la eucaristía por la profanación sufrida en Managua.
P. ¿Por qué profanación?
R. Porque la misa, vergonzosa mente manipulada, acabó convirtiéndose en un mitin político. Porque se le impidió al Papa pronunciar parte de su discurso, por el tono de irrespetuosidad con que le contestaban a lo que decía.
P. ¿Usted qué le dijo al Papa durante la cena?
R. Que, en el fondo, debía estar contento porque había sembrado con lágrimas y la cosecha sería grande. Le comuniqué que había recibido ya muchas llamadas telefónicas de diversas partes de Amé rica Central en las que se me decía que mucha gente ha abierto los ojos ante "la vergüenza de Nicaragua" y que les servirá para no caer en dichos extremos.
P. ¿Es posible que ustedes no hubiesen previsto lo que pasó en Managua?
R. Que iban a intentar manipu lar al Papa ya lo sabíamos; por es él se adelantó con su mensaje antes del viaje, diciendo que quería ser exclusivamente pastoral.
P. Pero ustedes hablan de ofensa a la eucaristía y han pedido un desagravio en todas las iglesias. Hay como un escándalo de que en el altar de Managua se vieran sólo los murales de los fundadores del FSLN y que no hubiera visible ningún crucifijo. Si lo preveían, ¿por qué no lo han evitado, incluso a costa de impedir la misa?
R. Bueno, en realidad, nosotros preveíamos contestaciones, pero más bien a nivel de carteles. Pero nadie pensó que se pudiera llegar a tales aberraciones. Por lo que se refiere a la falta del crucifijo visible en el altar, a veces se olvidan las cosas más evidentes. Mire, a mí me ha pasado una cosa parecida con el Papa. Le habíamos preparado su habitación sin que le faltara un detalle; era un primor de elegante sencillez y se nos olvidó un detalle increíble: el agua. Cuando el Papa salió pidiendo un vaso de agua, nos sentimos avergonzados.
P. ¿Cómo va a ser el encuentro del Papa en El Salvador y Guateinala?
R. Estoy seguro de que allí no va a ser como en Nicaragua, porque hay dos sectores claramente enfrentados: las oligarquías de los ricos y los guerrilleros o simpatizan tes que piden cambios sociales profundos. Ambos aman y quieren al Papa. Lo único que intentarán es manipular lo que él diga, afirmando cada uno que el papa Juan Pablo II les ha dado la razón; pero no habrá contestaciones públicas porque hasta los guerrilleros aprecian las denuncias que el Papa hace de los egoísmos de los poderosos y sus peticiones de reformas sociales.
P. ¿Que impresión han tenido ustedes del encuentro del Papa con el monje y ministro Ernesto Cardenal?
R. Que se llevó dos regañinas: la del Papa, que le dijo muy claro que "tenía que arreglar su situación con la Iglesia", y, probablemente, la de la Junta, por haberse arrodillado a pedirle la bendición al Papa.
P. ¿Y en Guatemala? ¿Pensó el papa Juan Pablo II en algún momento la posibilidad de anular su viaje después de las seis ejecuciones capitales?
R. En ningún momento.
P. ¿Ni siquiera discutieron el asunto?
R. Bueno, estas cosas siempre se analizan, pero le aseguro que no hubo ni la más mínima duda. Al contrario, Juan Pablo II piensa que debe ir, sobre todo, donde sus' hijos sufren más, y allí son ocho millones de católicos quienes le esperan.
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