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Murió Hergé, creador del intrepido periodista Tintín, héroe de 'jóvenes de siete a 77 años de edad'

Andrés Ortega

Tintín, el reportero envidiado -pues no tenía horas de cierre, viajaba constantemente para vivir grandes aventuras y no escribía una sola línea-, murió ayer. Tintín, había confesado el general De Gaulle a André Malraux, era su "único rival internacional". Bélgica se entristeció ayer ante el anuncio de que en la clínica de San Lucas, de Bruselas, había muerto, a los 75 años de edad, uno de sus ciudadanos, Georges Remi, alias Hergé, creador de este héroe de los comics. Tras él, Hergé ha dejado un imperio en marcha.

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Hergé dejo escritos veintitrés episodios de Tintín, vendidos en más de sesenta millones de ejemplares en 32 lenguas diferentes, incluidas el castellano y el catalán, y lenguas más lejanas como el farsi. Fue objeto de tesis doctorales y de estudios sociológicos. Sus creaciones eran "para jóvenes de siete a 77 años de edad".Hergé nació en Bruselas el 22 de mayo de 1907, dibujando desde temprana edad. Tras el servicio militar, colaboró en diversas publicaciones, y en enero de 1929 creó su Tintín, periodista aventurero de 14 años de edad entonces; 54 años después, según unas recientes declaraciones de Hergé, Tintín tenía tan sólo tres años más. El característico copete -inspirado por cuentos como Riquete y la leyenda de Thyl Ulenspiegel- se mantuvo en este permanente adolescente que, sin embargo, cambió en sus últimos años sus bombachos por unos pantalones más tradicionales.

En 1929 apareció Tintín y los soviets, un verdadero panfleto anticomunista que no fue reimpreso hasta 1977. Un año después se publicaba Tintín en el Congo, con claros reflejos racistas que Hergé intentó corregir en una posterior versión. Estos dos episodios fueron para Hergé "pecados de juventud", publicados en el suplemento Le Vingtiéme Siécle, que dirigía el abad Wallez, amigo personal de Mussolini. Pero su católico-conservadurismo no le abandonó. Ahí queda la imagen de China que da en Loto Azul (1936) o de la situación en Centroamérica en Tintín y los pícaros (1975).

Tintín tiene mucho de la bondad y perfección del boy scout católico que fue Hergé y que describió en sus primeros comics. Después del Cetro de Ottokar (1939) -en un país balcánico imaginario- llegarían los años de guerra y Hergé se dedicaría a escribir episodios más alejados de la realidad, que publicó en el diario belga Le Soir, a la sazón bajo el control de la ocupación alemana, hecho por el que no dejó de ser criticado.

Nuevos países

Los episodios se multiplicaron con la aparición de nuevos personaje a la vera de Tintín y su fiel perro sanchopancesco Milú. Al protestón capitán Haddock vinieron a añadirse el distraído profesor Tornasol, la pelmaza cantatriz Bianca Castafiore (el ruiseñor milanés, que epitomiza la misoginia de Hergé) y los comisarios Dupont y Dupond (Hernández y Fernández), a la usanza del bombín de la imagen popular de los inspectores de la posguerra.

El imperio fue creciendo, con películas y la imagen de marca Tintín comercializada. La revista Tintín vino a formar una auténtica escuela belga de los comics, en una época de auge de este género. Hergé recibió la Orden de la Corona, y cuando el 10 de enero de 1979 Tintín cumplió cincuenta años, su creador celebró un verdadero triunfo popular en Bruselas. Ahora ha muerto, tras un ataque cardiaco y una leucemia que le corroía. Ingresó de urgencia en la clínica el 25 de febrero. Rico, gastaba poco, y se espera que haya dejado una gran fortuna.

La vida de Remi fue muy diferente de la de su creación. Hergé trabajaba en su casa en Bruselas, viajando en ocasiones para ambientarse, pero, sobre todo, imaginando situaciones y convirtiéndose en el Julio Verne de los comics, con sus aventuras a la Luna y otras invenciones de Tornasol.

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