Vuelve la tensión laboral a Crimidesa
El conflicto de Crimidesa, la mina de sulfato sódico de Cerezo de Río Tirón, cuyos trabajadores protagonizaron en 1980 la huelga más larga de la democracia (trescientos días) y la denominada marcha del sulfato hasta Madrid, donde fueron recibidos por unas 100.000 personas, vuelve a cobrar actualidad con motivo del juicio que se celebrará hoy en la Audiencia de Burgos contra nueve mineros y un sindicalista de Comisiones Obreras, acusados del secuestro de varios directivos que fueron retenidos durante el encierro llevado a cabo por los trabajadores.
El juicio, que ya ha sufrido dos aplazamientos, podría repercutir en el proceso de normalización de la mina y de la propia vida de Cerezo, según manifiestan los acusados, sus compañeros y Comisiones Obreras, quienes piden a la justicia que se tengan en cuenta las excepcionales circunstancias que concurrieron en los hechos y no se produzca condena alguna.La noticia de que por fin se va a celebrar el juicio de Crimidesa ha creado en Cerezo de Río Tirón una notable tensión, arropada bajo una capa de mutismo. Los grupos de mineros que tras la comida se encuentran en los bares del pueblo echando la partida antes de volver al trabajo, se muestran recelosos a manifestar su opinión sobre este tema; sólo dicen que no saben por qué les ha tocado la china a los nueve acusados y su deseo de que el juicio no se celebre o queden todos absueltos. Para Alvaro Fajardo, un joven minero miembro del comité de empresa, este mutismo se debe al ambiente de tensión y miedo creado en el pueblo tras la famosa huelga; "la gente tiene miedo de hablar por posibles represalias, temen quedarse en la calle, y esto crea una cierta insolidaridad". Precisamente, la solidaridad fue una de las notas más características que rodearon el conflicto de Crimidesa, una huelga y unos hechos que para muchos han pasado a ser historia dentro del movimiento obrero.
Crimidesa es una mina de sulfato sódico que viene funcionando en Cerezo desde hace más de treinta años; en ella trabajan en la actualidad unos cien hombres, buena parte de la población laboral de la zona, que tiene otra fuente de ingresos en la agricultura.
El convenio de la discordia
Según CC OO, el sindicato de más implantación en Crimidesa, la situación laboral en la mina, hasta 1977, era bastante negativa para los trabajadores: falta de todo servicio y agua corriente, ausencia de medidas de seguridad, arbitrariedades salariales por parte de la empresa... Con la nueva situación democrática, los mineros consiguieron en 1978 y 1979 dos buenos convenios, pero en 1980 la empresa aborda el convenio con el asesoramiento del consulting de la CEOE. "Desde el principio, los asesores de la CEOE, venidos desde Madrid, exigieron aceptar sus reducidas propuestas o nada" , dice Francisco Ubierna, secretario general de CC OO en Burgos. "En el mes de abril, sin su presencia se llegó a un acuerdo razonable con la empresa, pero sus asesores presionaron y consiguieron que la empresa rompiera el acuerdo".Ante la falta de acuerdo, el día 12 de abril se inicia la huelga, que se mantendrá durante casi trescientos días, gracias, en parte, a la ayuda de importantes colectivos de trabajadores de todo el país. En el transcurso de la huelga se produjeron momentos de gran tensión, como el despido de todos los mineros, la detención de otros, así como diversos altercados de orden público. En uno de ellos, en enero de 1981, un minero, Alberto Miguel, recibió dos balazos en el fémur en el transcurso de una actuación de la Guardia Civil.
El día 14 del mismo mes los habitantes de Cerezo se encerraron en sus casas y se produjo un paro total en las actividades del pueblo. "Pero esto no sirvió de nada, al igual que la marcha de 304 kilómetros a pie que hicimos hasta Madrid para pedir al Gobierno su mediación efectiva", dice Domingo García, uno de los procesados. El 26 de enero, con cinco despedidos se acuerda la apertura de la mina en unas condiciones laborales que no eran las pedidas por los trabajadores.
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