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Argel lanza una campaña contra la corrupción para intentar sanear la gestión del Estado

Estupefactos, los lectores del diario argelino El Mudjahid descubrieron a principios de año algo inimaginable hace poco tiempo: una larga lista, con nombres y cargos, de funcionarios de la Administración municipal acusados de absentismo lahoral y llamados a ser sancionados.

Los tabús del pasado reciente, corrupción, favoritismo y utilización de recursos oficiales con fines personales, son objeto ahora de denuncias, con pelos y señales. Si Huari Bumedián tendía sobre todo a preservar su imagen mesiánica, el actual presidente de Argelia, Chadli Benjedid, se ha revelado como el hombre que aspira a mejorar la gestión de un modelo de socialismo que respeta el Islam y busca la vía de desarrollo más adecuada.Todas las artimañas son buenas para conseguir que los empleados de la Administración abandonen su habitual modo de trabajo, consistente en permanecer en los despachos el menor tiempo posible, buscando el placer fácil, ya se llame ligue o cerveza fría tomada en uno de los grandes hoteles de la capital. Los bares de Argel son, posiblemente, los más concurridos del mundo en horas laborales, pero el Gobierno estudia ordenar a la policía que verifique la identidad de los consumidores en esas horas, para demostrar abandonos del puesto de trabajo.

Para impedir que los funcionarios utilicen los vehículos oficiales de las empresas y sociedades estatales, en el corto espacio de una semana fueron pintados con enormes franjas de colores y distintivos de cada unidad laboral. Sistemáticamente, la policía controla a los conductores, quienes deben estar en posesión de una autorización que demuestre el uso lícito del vehículo. El citado diario El Mudjahid publica regularmente los nombres de aquellas personas interpeladas por la policía que no pudieron justificar el empleo, por razón de trabajo, de los automóviles oficiales.

La lucha contra la corrupción ha llevado ante los tribunales a centenares de funcionarios, no pocos de ellos presidentes y directores de empresa, acusados de malversación y evasión de capitales. La omnipresente Seguridad Militar, organismo encargado de detectar y combatir las actividades contra la seguridad del Estado, se ha visto confiar nuevas atribuciones en el ámbito de los delitos económicos; y el propio Ejército, en principio intocable, ha visto cómo algunas de sus ovejas negras, con rango de oficiales, eran detenidas y acusadas de haber utilizado mal las finanzas del Estado.

Las sociedades estatales argelinas se hallan enfrentadas este año a algo así como la cuadratura del círculo, si se tiene en cuenta que jamás hasta ahora se les había exigido una responsabilidad de esa índole: en 1983, esas sociedades deben aplicar rigurosamente el criterio de la rentabilidad, establecer un control estricto de los costes de producción y mejorar este último aspecto para no concluir el año con márgenes deficitarios. El rigor en la gestión económica debe ser aplicado en Argelia a cualquier coste. El presidente argelino no descarta incluso que las empresas que no consigan afrontar esa mutación estén condenadas, si no a desaparecer, a transformar sus estructuras y aligerar sus efectivos.

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