Esperando a Andropov
La sociedad soviética tiene la sensación de que se avecinan importantes cambios políticos y espera inquieta los primeros signos de la 'era Andropov'
"Algo va a pasar", "será en febrero", "para entonces se espera un pleno extraordinario del Comité Central, que será muy sonado" rumores hay para todos los gustos. El todavía flamante secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Yuri Andropov, se ha dado bastante prisa en introducir reformas en la plantilla del Gobierno y, lógicamente, se espera que comience pronto con los relevos en el partido.En menos de diez semanas, Andropov ha realizado más de media docena de cambios en el Ejecutivo, el Comité de Seguridad del Estado (KGB) y en las Juventudes Comunistas (Koinsomol). La serie se abrió con un gesto bien significativo, que fue envuelto por la máxima discreción: pocos días después de la muerte de Leónidas Breznev, su hijo Yuri tenía que dejar su sillón de viceministro de Comercio Exterior para marchar a un puesto de segundón en la lejana República de Kazakistán.
Desde entonces han abundado no sólo los cambios a alto nivel, sino que también se han producido relevos en muchas empresas. En los dos meses transcurridos desde el inicio de la era Andropov se ha transformado un tanto el estilo. En los años de Breznev -y especialmente en los últimos-, los soviéticos se habían acostumbrado ya a que el viejo líder fallecido pronunciara, de vez en cuando, reprimendas a tal o cual sector de la vida soviética para que todo acabara convirtiéndose, en el mejor de los casos, en un editorial de Pravda.
Breznev 'el Blando'
El viejo líder -al que sus súbditos llamaban el Blando- parece haber convertido a su sucesor, por puro contraste, en un líder de mano férrea. A caballo entre el año viejo y el año nuevo, los soviéticos han visto cómo los medios de comunicacion se llenaban de llamamientos a favor de la disciplina laboral y la lucha contra el parasitismo y el alcoholismo. En general, las palabras utiaadas en estos artículos no diferían en mucho de las empleadas durante el mandato de Breznev. Como máximo, sorprendía tan sólo la insistencia.Pues bien, esta vez faltó poco entre el dicho y el hecho. Con suerte, estos días puede asistirse en Moscú a un espectáculo que hace pocas semanas hubiera resultado completamente insólito: grupos de druschinik (voluntarios del servicio de orden del partido que utilizan como distintivo un brazalete rojo) recorren las calles en busca de parásitos y alcohólicos.
Campaña antialcohólica
A pesar de que las cifras de consumo de alcohol en la URSS son consideradas como secreto, se conocen algunos pocos datos que confirman la creencia de que el alcoholismo es el problema social más importante en este país. Según informó hace años el semanario LiteraturnaÍa Gazeta, el consumo de bebidas alcohólicas se incrementó en un 534% en los años que transcurrieron entre 1940 y 1973. Encuestas realizadas en una empresa moscovita mostraban cómo casi la mitad de los trabajadores sufría los lunes los efectos del abuso del alcohol durante el fin de semana. Otras informaciones afirman que la productividad suele experimentar ese mismo día un descenso del 3,5%, cifra que algunos consideran excesivamente optimista.La cruzada de los druschinik contra los borrachos parece ir a buen tren. Por lo general, los voluntarios del servicio de orden de partido tienen últimamente por costumbre -para poner en práctica las consignas que repiten los medios de comunicacion- entrar sin previo aviso en los lugares en los que se venden bebidas alcohólicas. Estos establecimientos solían ser, hasta la fecha, punto es pontáneo de cita de aquellos que buscaban un par de socios con los que compartir precio y contenido de la tradicional media botella de vodka.
Los druschinik interpelan a los de apariencia más viciosa, les sofi citan la documentación y les interrogan sobre su lugar y horarío de trabajo. Si hay alguno que sea cogido en falta, se solicita de inme diato una sanción laboral.
Posibles cambios en el Politburó
En la medida en que pueden ex traerse conclusiones generales de la observación de la opaca sociedad soviética, podría afirmar que esta mano dura ha sido vista con simpatía por buena parte de la población. Muy probablemente porque también ha habido mano dura en las alturas y se ha hecho público -en la mayor parte de los casos por vía de rumor- buen número de operaciones de limpieza efectuadas a niveles ya más importantes de las empresas, comercios y Administración.Entretanto, los mentideros políticos occidentales de Moscú continúan debatiendo la posible fuerza o debilidad que Andropoy pueda tener en el interior del partido que lidera. Muchos coinciden en señalar que dentro de poco -quizá el próximo mes- se producirán cambios en el Politburó (órgano supremo del partido que, de hecho, es también el Gobierno real de la URSS).Los que creen que Andropov no es tan fuerte como se dice apoyan su tesis en el hecho de que aún sígue libre el puesto de presidente del Presidium del Soviet Supremo (jefe del Estado), lo que contrasta con la rapidez con que se produjo el relevo en la secretaría general del PCUS, cargo éste dejado también vacante a la muerte de Breznev y que fue cubierto por Yuri Andropov tan sólo veinticuatro horas después de que se hiciera público el fallecimiento del viejo líder.Fuentes oficiosas soviéticas consideradas solventes afirmaron hace poco a diplomáticos occidentales en Moscú que la lentitud con la que se ha tomado el proceso previo a la elección de nuevo jefe del Estado no es un síntoma de lucha por el poder.
Según estas fuentes, el nombramiento de Andropov como secretario general se produjo tan rápidamente debido a que ya estaba previsto desde antes de la muerte de Breznev. Las informaciones oficiosas que así se pronuncian agregan que Breznev pensaba haber dejado la secretaría general a finales de 1982, pasando a desempeñar en exclusiva la más bien honorífica jefatura del Estado. Rumores en este sentido corrieron por Moscú a principios del otoño y nunca pudieron ser confirmados, ya que el anterior líder soviético falleció antes que llegara el mes de diciembre, fecha en la que se suponía tendría lugar el relevo.
Un cierto cambio de estilo
A la espera de acontecimientos en las profundidades del Kremiin, queda tan sólo la posibilidad de observar la epidermis de la URSS. Pocas cosas han cambiado en las calles de Moscú desde que desapareció Leónidas Breznev. Los moscovitas, entre rumor y rumor, se quejan de un invierno que, carente de nieves y bajas temperaturas, amenaza con dar malas cosechas el próximo verano y convierte la ciudad en un lodazal.De las paredes han desaparecido ya todos los retratos del viejo líder y no se han levantado otros nuevos de su sucesor. La Prensa, la radio y la televisión han cambiado un tanto su estilo, lo que constituye toda una sorpresa. Pravda, por ejemplo, publica ahora en sus primeras páginas referencias de las reuniones del Politburó, ínocente acontecimiento que es, sin embargo, toda una novedad. Ahí puede observarse quizá la mano del nuevo responsable de propaganda del PCUS, Boris Stukalin.
Algo similar sucede con la televisión. El contenido del principal espacio informativo del día -el programa Vremia- es ahora algo más dinámico, y en él pueden verse reportajes más críticos -dentro, por supuesto, de un orden- y muchos menos triunfalistas de lo que era costumbre durante la era Breznev. Poquito a poco, parece, pues, que alguna cosa comienza a cambiar. De momento -valga la frivolidad-, seguir la política interior soviética parece resultar menos aburrido.
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