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Tres casos de posible transmisión del síndrome tóxico a través de la placenta de la madre

Tres niños nacidos de mujeres afectadas por el síndrome tóxico presentan síntomas de estar también afectados por probable transmisión de la intoxicación a través de la placenta de la madre. Los informes médicos sobre ellos indican esta sospecha, aunque no ha sido confirmada definitivamente ni refrendada por la comisión clínica del Plan Nacional. Las asociaciones de afectados conocen la existencia de estos casos y muestran su preocupación por el hecho de que la Administración estime de forma tajante que no hay ningún nuevo afectado entre los casi setecientos niños que ya han nacido de madres enfermas por esta intoxicación. Dichas asociaciones desean que se agote la investigación en este campo.

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Hasta noviembre de 1982 habían nacido 679 niños de embarazos considerados en riesgo entre las mujeres afectadas por el síndrome tóxico, según las estadísticas oficiales. Las incidencias de las malformaciones congénitas, incluidas aquellas de origen familiar, según dichos datos, es del 11,8 por mil, cifra que se sitúa por debajo de la encontrada en la población general, que se halla en el 19 por mil.Tampoco, según los mismos estudios oficiales, se han encontrado anomalías cromosómicas en los fetos de las madres que han solicitado los estudios genéticos. Y con respecto a la incidencia de abortos, se ha detectado un porcentaje del 5,6%. entre la población gestante afectada, considerándose que este grado de incidencia también es inferior a los índices respectivos en la población general, que oscila entre el 10% y el 12%.

A pesar de estos datos, entre los afectados existe la preocupación de que estos estudios no se hayan hecho en profundidad porque, según ellos, hay al menos tres casos de niños nacidos de madres afectadas que también presentan síntomas patológicos extraños desde su nacimiento, y "así consta en algunos informes médicos remitidos a las autoridades centrales por la unidad de seguimiento". Dato que contrasta con la afirmación por parte de la comisión clínica de que ésta "no tiene ninguna noticia de la existencia de tales casos, aunque sí se han producido algunas falsas alarmas".

Historia de Julia Tristante, 17 meses

Julia Tristante Fernández es una chavalilla rubia de diecisiete meses de edad, unos cuantos palmos de estatura y un correteo y un gruñe-gruñe alternativos, como corresponde al incordiante y espontáneo comportamiento de cualquier humano llamado niño. "Me dicen que para ser prematura qué más se le puede pedir; y es verdad, está preciosa, es muy viva", dice su madre pero en sus palabras hay evidente carne de tristeza y de miedo.

Julia Fernández Bebia tiene treinta años, de profesión "mis labores", es afectada del síndrome tóxico y sigue revisiones y tratamiento sanitarios. Su marido, Ildefonso Tristante Coronado, de 34 años, es carpintero, pero fue dado de baja el pasado mes de mayo como afectado por la misma intoxicación: "Aguanté en el trabajo hasta que ya no pude más". El matrimonio vive en la casa número 3.534 de a Unidad Vecinal de Absorción (UVA) de Vallecas, Madrid, y hace diecisiete meses tuvieron su cuarto hijo, una niña.

"La niña nació el día 6 de agosto del año pasado, a los ocho meses de embarazo", cuenta la madre, "y estuvo unos meses en la incubadora, en el servicio de maternidad del Primero de Octubre".

"Nada más nacer", continúa, "nos dijeron que tenía un bulto en la tripa; le hicieron ecografías hepáticas, nos dijeron que todo estaba bien, que el bulto había desaparecido, y ya no nos han vuelto a hablar más de aquello, pero nos siguieron haciendo revisiones, también a la niña, cada semana. Al salir del hospital me dieron cita para volver con ella unos días después. Desde el principio, en casa, la niña tuvo vómitos y anemia, y lo comunicamos a maternidad, donde la siguieron asistiendo. Esto se le pasó, pero a los cuatro meses un día me dijeron que subiera con la niña a la planta del síndrome. Fue cuando empecé a temer lo que ya venía presintiendo. Pregunté si la niña también estaba afectada, pero nunca me han dicho que sí ni que no. Concretamente, la doctora Sebastián me dijo que no lo saben. Aquel día me pidieron permiso para hacerle una biopsia de hígado. Pregunté si el resultado de la biopsia podía servir para tratar a la niña y quitarle el daño del hígado, y me dijeron que eso no, que no había tratamiento, que la biopsia era sólo para saber a qué se debía la dolencia y si era por una transmisión de la toxicidad mía a través de la placenta".

"Mi marido y yo", explica Julia Fernández, "nos hemos negado a que a, la niña le hagan la biopsia. ¿Para qué le van a hacer sufrir, quitarle un trozo de hígado, si de todas formas no sirve para curarla? Tiene que haber otra forma de saber si la niña está afectada".

La doctora García Bouthelier, de la unidad de seguimiento del síndroirne tóxico de Orcasitas, firmó el pasado día 4 una historia clínica de la madre de Julia Tristante, en la que referido a ésta se dice: "La niña sigue controles en el Primero de Octubre. Presenta desde el nacimiento aumento de transaminasas con HBSAG positivo, pendiente de biopsia hepática". La madre de la niña señala que "esta historia fue remitida a las autoridades sanitarias provinciales de la calle de Sagasta".

Según aclara el doctor Javier Guelbenzu, asesor sanitario de la asociación de afectados de Vallecas, "las transaminasas son células que mueren. La referencia HBSAG positivo significa que la anomalía hepática tiene su origen en una transmisión de la madre, y que puede estar producida por un virus, aunque no existe certeza de ello".

Si la pequeña Julia Tristante padece una enfermedad hepática producida por la misma intoxicación que enfermó a su madre o no es aún una incógnita científica. Pero hay otros casos similares que tampoco se han resuelto.

Hay, sin embargo, otros dos casos que también arrojan dudas. El más preciso, según la citada asociación de enfermos, es el de la hija de Miguel Gata y Virtudes Viedma, domiciliados en Entrevías. La niña nació en la Clínica de la Concepción, donde se hizo un informe en el que consta como confirmada una hepatitis crónica tóxica, con interrogantes en cuanto al origen de la enfermedad. "A esta niña le hicieron toda clase de pruebas para confirmar ese origen", señala el doctor Guelbenzu, "pero todavía no hay pronunciamiento oficial".

El otro corresponde al hijo de Encarnación Hidalgo y Manuel Salguero, domiciliados en el polígono de Fontarrón, en las estribaciones de la barriada de Moratalaz. Según ha expuesto esta afectada a la directiva de la asociación, "el niño ha cogido de todo, pero nunca han hablado del tóxico". La madre fue atendida en la maternidad de La Paz, y cuando "alguien quiso investigar en la placenta, porque se advirtieron algunas anomalías en el niño al nacer, vieron que habían tirado la placenta".

Según la información facilitada por la mencionada asociación de Vallecas, surgió otro caso parecido en Moratalaz, que finalmente fue descartado por las autoridades sanitarias como debido a una infección de vientre.

Lactantes

Por otra parte, en la citada asociación se recuerda la historia clínica de otro niño nacido de madre afectada por el síndrome tóxico, cuya historia fue recogida en el informe del simposio científico celebrado el pasado mes de mayo. Dicho niño tomaba leche materna y pronto presentó síntomas de afectados. Analizada la leche de la madre, se encontraron en ella restos de pesticidas, pero no de anilinas, elemento presuntamente tóxico causante del envenenamiento masivo. "No se ha vuelto a saber nada de aquel niño", dicen en la asociación.

Relacionan esta historia con una alusión hecha por la doctora, Sebastián sobre la rumoreada existencia de otro niño, también lactante, que al parecer también estaba afectado.

El doctor Guelbenzu, asesor en la asociación de Vallecas, hace hincapié en la necesidad de que las investigaciones se hagan con rigor para que puedan despejarse este tipo de dudas que "causan una fuerte ansiedad y preocupación en los afectados".

"No nos conformamos con que se empeñen en negar ciertas evidencias, sino que queremos respuestas definitivas", añade. "Nosotros creemos que si un afectado dice que se sigue sintiendo enfermo y el dictamen médico asegura que lo único que tiene está en su imaginación, no se le puede mandar a su casa con el alta debajo del brazo, sino que requiere una atención psiquiátrica. Y con este otro asunto ocurre lo mismo. Hay indicios bastantes para forzar la investigación en este terreno"

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