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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El accidente del Rey

EL ACCIDENTE sufrido por el Rey en sus vacaciones de fin de año ha estado rodeado del suficiente sigilo y la ausencia de información necesaria para que los ciudadanos pudieran conocer de manera fiable el alcance de las lesiones producidas y las consecuencias de la lesión originada.El sistema democrático está encarnado, según la Constitución, en un régimen de monarquía parlamentaria, y la persona del Monarca desempeña la más alta magistratura del país y constituye, en el plano jurídico-formal, la última referencia de un entramado de poderes y contrapoderes característicos de una sociedad plural y conflictiva, en la que las cuestiones sociales encuentran mecanismos apropiados en sus leyes para poder ser resueltos por cauces normales y sin apelaciones extraordinarias.

Pero si estas apresuradas simplificaciones de nuestra Carta Magna reflejan con claridad la importancia y significación del papel del titular de la Corona en nuestra vida política, el comportamiento desempeñado por don Juan Carlos en los años de su reinado concede a la figura del Jefe del Estado unos perfiles singulares y acrecienta la importancia del poder moderador e integrador de la Corona que ejerce en la actual vida político-social española.

Precisamente, por estos dos tipos de razones -las derivadas del papel asignado al Jefe del Estado en la Constitución y la actuación del actual titular de la Corona en los años de su reinado-, las vicisitudes de su vida privada trascienden a un plano que incide en la vida política española, con independencia del lógico respeto que se debe a una persona que no ha querido nunca encorsetarse en actos formales y que ha reclamado sobradamente, con múltiples gestos, el desarrollo de unas capacidades vitales que no están contrapuestas con la alta magistratura que desempeña.

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Sin embargo, muchos ciudadanos han sentido la falta de una información fidedigna y oficial sobre el alcance de las lesiones originadas por el accidente del Rey. La ausencia de unos partes médicos periódicos, por insignificante que sea la lesión, constituye un descuido o un error político que no favorece nada los propósitos y líneas fundamentales desplegados por la Corona en su trayectoria democrática de recuperación de las libertades en nuestro país. En todo caso, los servicios responsables, manteniendo un mutismo y facilitando escasas y contadas informaciones sobre las circunstancias del accidente del Rey y la evolución de las lesiones padecidas por don Juan Carlos, han construido un innecesario muro de silencio que sólo conduce al rumor interesado y al desconcierto de la opinión pública, que admira en su Jefe del Estado su coraje y valor en defensa de las instituciones democráticas.

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